Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

miércoles, 3 de diciembre de 2008

"A LOS MUERTOS LOS DEBEN ESTAR DOBLANDO AL CATALÁN..."

Al rey de las vilezas matutinas, la tragedia, el sufrimiento y el dolor del prójimo le importan un pito. Y en ellas se pitorrea...

A las 7:30 de este miércoles 3 de diciembre, y a poco de finalizar un año nefasto para muchos habitantes del castigado planeta (con tres millones de parados entre nosotros), escucho esta frase infame en boca del sujeto que ampara simbólicamente El Mundo en la foto, y la colla de Rouco Varela desde el saludo; aquí correspondido también simbólicamente por el caricato de opinador.
Resulta que, mientras los diecisiete heridos (sobre un total de 25) de gravedad en Gavá, yacían sin hogar, despellejados a causa del fuego y en peligro de morir por efecto de la explosión de gas que arrasó un bloque entero de humildes viviendas, el faldero de la Conferencia Episcopal y Pedro J. Ramirez les daba por muertos "en espera de ser traducidos al catalán", señalando la proverbial tardanza en socorrer a las víctimas, por parte de los servicios sanitarios del Ajuntament y la Generalitat.
Es decir, que utilizaba con el mayor cinismo y la más grande necrofilia un accidente que a menudo se ceba en la pobreza de medios materiales acreditada por quienes la padecen, para atacar a los catalanes nacionalistas, quienes hoy -con sus más y sus menos- gobiernan el territorio autonómico.
Al desprecio por el sufrimiento ajeno, el canalla sumaba un odio totalizador, abarcando a sus mayores enemigos.
No voy a redundar en su calaña, ya reseñada (con mayor seriedad, trascendencia y antiguedad que Escolar Jr & cía en su periódico de 50 céntimos) desde este blog.
Poco antes de soltar el agravio a las víctimas -graves, con un 60 u 80 por ciento del cuerpo quemado, aunque vivas- la había emprendido contra el Gobierno, ZP, Solbes y Ruíz Gallardón, vejando especialmente la figura del señor Peces Barba.
Que los patrocinadores toleren los vertidos de Losantos ya es de escándalo. Pero el de hoy, dando por muertos a los hombres, mujeres y niños que una hora antes perdieron casi todo, menos quizá unas vidas (y deseo que sean todos ellos los que sigan entre nosotros) maltrechas para siempre por las secuelas de esta tragedia, es imperdonable en cualquier país que se precie de civilizado. La vida es sagrada, y la muerte de inocentes -si cabe cómo tal- debe ser respetada con la unción debida en cualquier idioma y credo. Nadie, salvo a este señor, se le hubiera ocurrido perorar venenosamente sobre semejante tregedia. Otra cosa es la demora oficial en el socorro a los heridos. Por desgracia, se observa en Catalunya y en otras comunidades. Nuestros males son en realidad los del funcionariado universal.

Si fuéramos civilizados de una pieza (nosotros y el Vaticano), Federico Jiménez Losantos daría con sus huesos en la cárcel. O vendería cacahuetes en un tenderete de la Conferencia Episcopal junto a un Antonio María Rouco Varela sin la toga y el faldón...

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