Resulta que ahora José Bono, Presidente de los diputados, licencia a Joan Tardá y su clara incitación al crimen, con el argumento de "que no es algo que él sienta, piense o desee"; agregando que el sujeto "es una persona emotiva y muy primaria".
Sabíamos que Bono era un socialista peculiar. Ahora calibramos a fondo su malsano espíritu de cuerpo, licenciando a un diputado indigno de la Cámara de Representantes en un país democrático.
No es por cierto es el único en absolver al primario independentista. También Gaspar Llamazares se mostró indulgente con el virtual socio de Montilla y los suyos en Catalunya.
"No tenía voluntad de insultar"-sostuvo; en vez de estimar que más que insulto, lo de Tardá linda con el terrorismo.
La reacción del Presidente del Senado, señor Rojo, fue muy distinta; así como la manifestada por los magistrados de la APM, Ciutadans, y el PP, en la persona de José Luís Ayllón (instando a que Tardá rinda su escaño).
Si el ministro de Justicia no se ha pronunciado aún, aguardo que lo haga sin demora. El cordón sanitario que la Democracia debe tensar contra el terrorismo (sea material o verbal, y más aún si proviene de cualquier funcionario público con cargo de representación) quizá requiera la intervención preventiva del Fiscal General del Estado.
Pese a la alarmante indulgencia de Bono y Llamazares, fundidas al escrupuloso silencio del partido gobernante, el exabrupto del bárbaro repercutirá en el interior de ERC, debilitando aún más el vínculo de la formación con la sociedad y sus ciudadanos, sean o no catalanes.
Por fortuna, el riesgo de llegar a situaciones como las que afectan a los ciudadanos del País Vasco no existe en Catalunya.
Pero en todo caso será mejor cortar por lo sano, impidiendo que se repita en cualquier formato y autoría este penoso incidente.
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