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domingo, 28 de diciembre de 2008

LA MASACRE DE GAZA: UN CRIMEN CONTRA LA HUMANIDAD

Uno de los tantos testimonios de este genocidio


He sostenido defender incondicionalmente la existencia del Estado de Israel; no las masacres que su bien pertrechado Ejército realiza contra un pueblo palestino que carece de un Estado en toda regla.

La presencia dominante de Hamas y su control armado de la Franja de Gaza conspira contra un alto el fuego. Con todo, sus baterías caseras son irrisorias frente a la maquinaria de muerte y horror que despliegan las tropas judías y sus contingentes aéreos. Hasta ahora son 700 los heridos, y 225 los muertos civiles (seguramente entre ellos, varios "combatientes" de Hamas).
El escalofrío que provocan estas cifras puede acentuarse en los próximos días, según anuncian los planes inmediatos de Tel Aviv en vísperas electorales.
Si bien los proyectiles lanzados sobre Israel causaron hasta ahora pocas víctimas, nada justifica esta bárbara represalia aérea, comparable a las cargas de la Luftwaffe sobre Londres o Varsovia, y las de sus tropas blindadas contra el acosado ghetto judío. La comunidad europea, a través de la UE, con su Presidente rotativo (el francés Sarkozy) y Javier Solana alzando la voz, ha condenado este crimen contra la humanidad.
Parecido tono ensaya la condena de Rusia, pese a que el Kremlin no ha dudado en machacar con descaro a otras naciones del mapa federado, entre ellas Georgia.
Así, mientras la Casa Blanca pide diálogo y moderación al Estado judío, y el egipcio Mubarak -frecuente mediador entre tirios y troyanos- se alarma ante una masacre que daña los esfuerzos pacifistas que salvaguardan su dictadura pro occidental de "amigo bueno", nadie entre las potencias democráticas (fuera de Hamas, los restos de Al Fatah -instalados en la margen izquierda de Cisjordania- y Al Qaida-, pone en vereda a los israelíes.
Éstos no dudaron en aprovechar a fondo los últimos días del amigo Bush en el poder, para lanzar el demoledor ataque de su aviación.
La convulsión que precipita en el mundo árabe esta represalia, sin precedentes en los últimos veinte años, amenaza la solución pacífica, cada vez más lejana en una zona que arde en odios y recelos.
Irán, que ya cuenta con energía nuclear, vocifera amenazas ante esta masacre. Conocemos perfectamente la naturaleza agresiva de los Ayatolás y el punitivo régimen del señor Ahmadinejad, verdugos clericales que han secuestrado la voluntad popular pretextando enfrentar a Israel y los EEUU.
También al sátrapa de Siria, cómplice de Hamas, Al Qaida y parte del terrorismo en Irak.
Sin embargo, en nada esta estrategia de demolición compulsiva favorece la seguridad de Israel, o la caída de los regímenes oprobiosos de Irán y Siria, tradicionales financistas de Hamas, precisados de agitar a las masas árabes contra el enemigo exterior para prolongar su tradicional dominación.
Semanas atrás, la UE celebró con Tel Aviv una serie de convenios que, al favorecer su desarrollo nos acreditan como interlocutores válidos. Además, por identidad de origen, cultura y tradición, estamos en mejores condiciones para que nuestras firmes recomendaciones sean atendidas por los políticos y dirigentes judíos.

Es preciso que ante esta masacre y tras la condena de su acción, los europeos empleemos a fondo un sistemático poder de disuasión. Si respetamos la vida humana como lo más sagrado e inviolable, habrá que extender esa consideración (para nosotros hecha ley) hasta el corazón de un conflicto que amenaza la seguridad del planeta y la especie humana.



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