En el previo post referí las andanzas literarias y conceptuales en un par de ejemplares, asociados en el criterio y la pulsión destructiva.
La filosofía neocon facilita, en nombre de una peculiar noción de la democracia, emboscar el racismo junto a un claro desprecio por el sufrimiento humano.
A tenor de países supuestamente avanzados, se niega a quienes malviven en muchos otros (y el nuestro). La fusión racial del mundo árabe, las sociedades latinoamericanas, asiáticas o africanas con el terrorismo y la corrupción, no se hace desear.
La oferta es abundante y levemente variopinta. Identificar a Montazer al Zaidi con el terrorismo eximiendo a George Bush de cualquier responsabilidad entre las muchas que acredita en varias catástrofes, no es sino el resultado de una palmaria inversión de valores, según la cuál los personajes estimables son detestables y viceversa. La pirueta autoriza al señor Vázquez Rial observar con buenos ojos al envenenador y autoritario Vladimir Putin, "enemigo del terrorismo fundamentalista, y por lo tanto cercano a nosotros"
Quienes invierten valores éticos proyectan el defecto a todos los aspectos de su vida personal y social. En el encuadramiento de la política profesional, caben todas las posturas posibles. Para identificar una ideología basta con repasar concienzudamente el programa de la respectiva formación y su historial.
Hacerlo mediante una obra literaria es algo más difícil en estos tiempos. Rastrear los signos del mensaje regresionista comporta un cierto esfuerzo intelectual. Cuando Vázquez Rial (hoy audaz impostador del argentino Juan José Sebreli), traza coordenadas sobre la Guerra Civil Española y su peculiaridad, omite lo que no podría la cierta honestidad de Sebreli, y en cambio sí el basto Pio Moa en su falso análisis confrontando dos bandos armados.
El gobierno de la República, aislado internacionalmente y con grandes contradicciones en su interior, enfrentó -previa movilización espontánea de obreros y campesinos españoles- a tres ejércitos. El bien avituallado de Franco, y los destacamentos enviados por Hitler y Mussolini, por vía aérea y terrestre con armas y hombres. Los italianos planificaban operaciones por su cuenta con aquiescencia de Franco. La aviación alemana, supervisada por técnicos, pilotos y aparatos alemanes, fue aún más decisiva en la ofensiva franquista que las tropas italianas y su sangrienta operativa terrestre.
La tentación totalitaria de validar el franquismo sin confesarlo expresamente corresponde a las recientes deposiciones de Vázquez Rial. Su pretenciosa y soporífera biografía del coronel Gustavo Durán lo insinuó premonitoriamente, sin explorar a fondo su breve actividad comandando el servicio secreto republicano (SIM) bajo las órdenes del comisario estalinista Orlov, hasta el momento que Indalecio Prieto y Juan Negrín resolvieron apartarlo del cargo enviándole al frente.
En el ínterin, padecía secuestro y asesinato tras horrendos tormentos el destacado poumista Andreu Nin, trasladado a otra zona desde Barcelona por órden de Orlov, tras reunirse con Vittorio Codovilla y el francés André Marty.
¿Podía ser ajeno Gustavo Durán al procedimiento? Estimo que no.
El perfumado músico, escritor y militar, suerte de folclórica con charreteras, aficionado al espionaje y la represión, apestaba en realidad a venenosas fragancias del Kremlin...
Mediante su libro "El soldado de porcelana", el supuesto biógrafo no menciona en momento alguno la checa ampliada que representó el terrorífico SIM en zona republicana, ni el significado patrocinio de un sicario de Stalin (Orlov) a su héroe romántico. En cambio, se explaya sobre la cierta negatividad de su propio padre -encarnado en ésta y otras novelas por el imaginario personaje de "Reyles"-, y el condigno rol del apenas disimulado autor, hijo maravilloso (concebido por una socialista y un jugador empedernido), a más, dotadísimo como pocos para el arte y las letras...
Ni una palabra refiere sobre su franca propensión a la farsa y la impostura, patente en el grosero panegírico sobre el ex estalinista que colabora con Washington, sirviendo a Spruille Braden contra los trabajadores argentinos.
A mediados de 1945, el enemigo del antiguo coronel republicano, -lugarteniente de Spruille Braden y a sueldo de Cordel Hull-, era Perón. Pero en el fondo de la mútua aversión contaban las reformas sociales que el coronel criollo se veía obligado a realizar (por vocación social y de poder) en un territorio de minoría elitista y mayorías hambreadas, mientras el firme empeño de Washington en mangonear los asuntos internos del país arreciaba en Buenos Aires pretextando "combatir al fascismo".
Al igual que el improvisado héroe del ejemplar dotado para el arte y las letras, Jesús de Galíndez fue otro de los exiliados republicanos seducidos por una potencia emergente. El dramático pasaje del imperio soviético en ciernes al americano, que despuntaba sobre el planeta desde 1918, se realizó merced a la forzosa alianza de ambos tras Pearl Harbor y la invasión nazi.
El nacionalista vasco del PNV, acaudillado entonces por Aguirre Lecube sirvió en un principio a Trujillo bajo el patricinio del Departamento de Estado, y fue liquidado cuando ya no era útil como denunciante (mediante un libro extraordinario) de un sátrapa aliado, por sicarios del "benefactor" en un céntrico departamento de Nueva York y a plena luz del día.
Durán, menos valeroso y principista que el vasco, fue más afortunado al sentar sus reales en Washington bajo el ala de Spruille Braden, ponente en la conferencia que puso fin a a la Guerra del Chaco y entremetido del imperio en los asuntos cubanos con el puntero Durán conectándole a los comunistas de entonces.
Si antes para él representó la URSS el faro que iluminaba el sendero, durante el exilio americano, la alianza de Roosevelt con Stalin reavivó en su imaginario la llama votiva del activismo político en calidad de experto en comunismo y sindicatos radicales.
Este persistente oportunismo de servir a poderosas corporaciones lo reprodujo más tarde el panegirista de Durán...desde las letras. Por eso ya distante su etapa de izquierdas y asociado a otros arrepentidos de ligero esfínter ideológico, intenta justificar en un folleto que no pasa una lectura de sexto grado, la muda chaquetera.
Una vez más, el falsario desfigura la realidad. Pues qué se sepa, jamás concibió una idea de genuino valor; sólo la tendencia a trepar la pirámide del éxito comiendo caliente todos los días al amparo de los climas dominantes, buenos contactos, cierta agente excepcional y un tiempo literario de vacas flacas.
Una vez más, el falsario desfigura la realidad. Pues qué se sepa, jamás concibió una idea de genuino valor; sólo la tendencia a trepar la pirámide del éxito comiendo caliente todos los días al amparo de los climas dominantes, buenos contactos, cierta agente excepcional y un tiempo literario de vacas flacas.
La proclividad a escoger personajes venales y oportunistas de relativo valor presentándoles como héroes, reproduce el curso de su pretencioso periplo: carente de ideales, sobrado en tinieblas.
Ya comenté en otros artículos el sustrato de su formato moral, sellado en la mórbida atracción por mafias y mafiosos. La rastrera tentativa de aprovecharse de la ardua labor de un escritor desconocido -del que se habían surtido profusamente sus ex patrones, "amigos históricos", e inefable dúo integrado por Julieta Lioneti y Bengt Oldemburg, troceando el alimento documental de los dos hijos del último (hecho sobre el que ya comenté y conservo pruebas fehacientes)- desvela esta tendencia al chaqueterismo, los mafiosos y la predación, heredada, si seguimos lo referido a la figura paterna en el texto antes citado, del sujeto en cuestión.
Para su bochorno pifió, al validar sin ningún rigor documental a una farsante, como supuesta hija de Perón, escoltándola servilmente durante una carnavelesca gira bonaerense que de poco le sirvió, pese a afirmar en su equívoco curricular que el líbelo de marras había triunfado en la Argentina. .
Mediante el dislate fallido asociado al fracaso, y de cara al nuevo timo, intenta sepultar en su mejor tradición la triste verdad; tanto en lo que refiere éxitos literarios del presente como de colaboraciones poco significantes en medios prestigiosos, además de corresponderse tanta hojarasca a un pasado remoto.
Este arquetipo austral de la picaresca (beneficiado por una doble nacionalidad que en nada celebramos lo auténticos liberales), fracasó con más de treinta libros y continuará rodando cuesta abajo en todo lo que emprenda. No sólo le faltan estilo y salero. En pocos escritores se observa tan abrumadora ausencia de ideas originales y tanta propensión a la copia.
Un espítritu yermo en sentimientos como Jorge Luís Borges, triunfó conceptuando en bellas metáforas el pesimismo existencial, y el fracaso de amores que -salvando su pasión por las letras-, jamás conoció. La inversión de valores hace que otra serie de audaces procure validar sin ápice de talento, el genuino pesimismo de aquél aristócrata arruinado, entusiasta de las dictaduras militares que asolaron su país, al defender lo que cada día es más indefendible.
Los malos ejemplos del mancado percherón de LD, y el ultrarreaccionario sionista Birmajer (producto de un pais que ostenta en el presente una baja densidad democrática) demuestran que la inversión de valores conducen inevitablemente a una democracia elitista propia de ricos y acomodados, vecina al fascismo.
El guardabosque Jiménez Losantos y sus digitígrados paseanderos lo acreditan a diario desde la Cope y las variantes mediáticas, con el oficioso auxilio del diario El Mundo y su director.
Pese a que la romanza liberal de vía estrecha que desgranan los impostores grandes y pequeños sostenga lo contrario, ante el fracaso económico, social y político precipitado en el planeta por los grandes bonetes neocons de la libre finanza, mandan las pústulas que desnudan oscuras conciencias.
Lo enuncio encabezando el post: la conciencia, mal que pese a los farsantes y canallas que fingen ideales, termina siendo un corazón delator a la hora señalada...
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