Época pródiga en la materia, nos la reflejan tres damas. Dos de ellas políticas. Una, patética. Quiero decir, más en ridículo que las otras.
Empecemos por el grotesco.
Lo protagonizó Elisa Beni, la esposa del juez Gómez Bermúdez.
¿A quién se le puede ocurrir, mediando un doble vínculo con la judicatura (Beni es además, jefa de Prensa del Tribunal Superior de Madrid) faltar a la ética de la obligada discreción sobre las actuaciones del TC y las de su Presidente?
Sólo a alguien que carece del sentido más elemental del ridículo.
Otra cosa es que lo hubiese perpetrado cuando ni ella ni el marido desempeñaran ya función alguna.
La jubilación o el retiro voluntario autorizan a hacerlo. El ejercicio de cargos públicos también; aunque no es de recibo.
La mayoría de los hombres de Estado o funcionarios de importancia que en su momento ejercieron, escriben sus memorias. Algunas venden mucho...
Y aquí, chavales, abordamos el otro aspecto del presente ridículo: la desmedida ambición.
La que busca con desesperación la notoriedad, y con ella el money, money, money...
Desde meses atrás Elisa planeaba -con pleno acuerdo conyugal- la edición de su libro; titulado "La soledad del jugador", en acuerdo con la Editorial Temas de Hoy.
O sea que, de hecho, el alto magistrado, encargado de presidir el Tribunal que enjuició a presuntos actuantes que se fallaron actores y culpables, del mayor atentado perpetrado en la Europa moderna, era un jugador solitario. ¿Jugador de qué? ¿Póquer, lotería, tragaperras, etc, etc?
No el circunspecto funcionario al que todos le pagamos el sueldo para que cumpla con su deber aplicando la ley.
El virtual rechazo a tal conducta de la pareja (una por promoverla, el otro por tolerarla), desploma la credibilidad de Gómez Bermúdez ante sus pares, ensombreciéndole el futuro.
Pero esto no es cosa de los jueces y su tan visible espíritu de cuerpo, sino del estado real de la justicia, y el respeto de los ciudadanos por un Poder Judicial a menudo criticado en su dependencia política de los partidos mayoritarios.
Otros ridículos, conectados a un par de ministras comportan la desvergüenza de la candidata Magdalena Álvarez, poco avenida a renunciar (al cargo y la lista electoral sureña que viene), y la torpe y xenófoba justificación de su temperamento andaluz por Carme Chacón, ilustre catalana empeñada en enlodarse.
El verdadero responsable de ambos desaguisados es Z, declarado feminista y tan arrogante como Felipe González a la hora de arropar a su tropa.
No es casual que ambos desfilen codo a codo en la campaña electoral, oficialmente en ciernes y ya declarada en los hechos.
Parecen exultantes con las recientes encuestas que dan el triunfo al PSOE en marzo del 08.
Yo que ellos, no estaría tan seguro. Digo de nada. Tampoco de que gane el PP; capaz de convertir, con ayuda de las folclóricas de la COPE, y los sagaces pesquisas de El Mundo, a 62.000 personas en medio millón durante la manifestación de Alcaraz y el AVT.
De seguir así, con el costo de la vida en alza imparable y ellos enredados en su laberinto, auguro que la mayoría absoluta será la de la abstención y los votos en blanco.
Y esto, lejos está de parecerme ridículo. Más bien forma parte de la tragedia que nos envuelve.
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