En el vertedero de Libertad Digital acabamos de escuchar en letra impresa el graznido del pajarraco. Ha calificado a Fernando Fernán Gómez como "un artista del franquismo".
A más de no tener vergüenza, proyecta sobre un artista de enorme talento y limpia trayectoria una calumnia que no puede probar.
Fernando fue un trabajador del espectáculo. Jamás hizo proselitismo dictatorial ni rindió pleitesía alguna al Caudillo infame. Se limitó a brindar su buen oficio para de paso, ganar los garbanzos. Durante el periodo no delató a ningún rojo ni se afilió al Movimiento.
Moa se inventa una historia más en su sórdida justificación del alzamiento militar del 18 de julio del ´36, su lamentable triunfo tras una larga guerra y la inmediata dictadura genocida.
Hubo en efecto, una serie de intérpretes que se postraron ante su Régimen.
Algunos eran fascistas confesos, otros agacharon la cabeza e hincaron la rodilla en el piso para besar su capote ensangrentado. No daré nombres que todos conocemos. Pero el de Fernando jamás integró el aglomerado ni bailó un fandango.
Seguramente le irrita al cuervo el desfile incesante de gentes en el Teatro Español. También los tangos y los versos que rendían homenaje al anarquista indeclinable.
Eso era el grande artista.
Aunque por sobre todas las virtudes humanas, que eran muchas, se lo amó y respetó por su esfuerzo creativo en todas las áreas del espectáculo, y asimismo en las literarias.
En las últimas por cierto, no destaca el Cuervo. La venta de sus panfletos empastados se debe a otras razones.
Lo del Teatro fue conmovedor. Un espectáculo pletórico de sentimiento y amor. El tributo póstumo a un ser querido, en los cuatro puntos cardinales de la piel de toro y más allá...
En cambio, al granzador Moa no lo quiere nadie. A lo sumo, le utilizan como monigote, otros mucho más listos. Saben que el arrepentido de la banda asesina GRAPO está dispuesto a devolver a la democracia los años de cárcel que purgó, con todo merecimiento (en varios Blogs se apunta que remató a martillazos a un policía herido) y le dan alpiste.
Antes combatía las libertades con las armas; ahora con el pico envenenado.
En ocasiones, la amargura y la frustración generan un resentimiento de campeonato.
No es Moa el único ejemplar que revela estas dotes en la multimedia involucionista. Los folclóricos compadres del Cuervo son temerarios y lenguaraces. Jiménez Losantos y Gabriel Albiac no purgaron cárcel por terrorismo, pero brotan de la fértil cantera del arrepentimiento. El pasado ejercicio militante les proveyó sin duda alguna, de la dialéctica necesaria para ensayar con cierto éxito el transfuguismo.
El ex terrorista que lanzó este graznido -uno más en su abominable crónica revisionista y calumniosa-, merece que los colegas, amigos y familiares de don Fernando Fernán Gómez presenten una querella.
El progreso y la Historia le condenan de hecho. Aunque no estaría de más condenarle por otros medios que la justicia prescribe, cuando se intenta vulnerar el honor de un ciudadano ilustre; vivo o muerto.
Yo que ellos, no dudaría en hacerlo.
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