Si el desmarcarse de Aznar orienta nuevos movimientos en el PP, Ramírez que al fin de cuentas es un mercader de papel impreso con ciertos traumas políticos(dejémoslo ahí), toma distancias del folcrorismo tremendista de Libertad Digital y el sansonete de las folclóricas, pluralizando su hoja.
El plural no elimina la esencia, presente en el insufrible editorial. Uno más que tan pocos leerán, y que al fin reposará en el container papelero de los martes, junto a cartones y envases, a la espera de la recogida y el reciclaje.
Por orden de lecturas cabe un suspense sobre la mentada pluralidad, recalando en la página de Anson. Él mismo años atrás se encargó, preocupado por las formas, de que no le aguijonearan con la tilde el cognom en la sílaba última.
Su encendido discurso, asoma partido en tres tristes trozos, bajo el restallante titulo de "Las Cartas Boca Arriba".
En el primero, el tigre de la Real Academia salta sobre el obispo Setién, oficiante sacro del nacionalismo eskauldún. En el segundo se desliza con aire felino hasta La Venus del Espejo, acariciándola con su mejor garra. Por último, se desata en celo sobre la actriz Aitana Sánchez Gijón.
Dicen que a la vejez viruela. Nada más exacto para evaluar este alto grado de calentura escénica, hecho homenaje, en letra e inspiración del conocido miembro. Para manifestar el subidón no era preciso montar la elegía en media página y citando a Alberti.
Lo sugerente del caso es que a Anson le gustaba la "Aitana roja", no la de monárquica de "belleza achampañada". Se refiere a la escena.
Yo también me refiero, cuando pienso en ella. Me flipó para siempre en "La camarera del Titánic" por dos razones que hacen una: el personaje es una farsante que actúa; y la que actúa compone a la timadora de maravilla. Cuando sales del cine ruegas al cielo que en vez de la Primitiva te caiga en suerte su número de teléfono.
Todo va en gustos y hervores. Confieso sin pudor alguno que a mí me excitan desde siempre las camareras o las que fingen serlo. Me las pide mi pasado arrabalero; el de algunas jornadas fabriles y changas en el gremio de la construcción, cuándo, sudando la gota gorda pasaban las camareras del bar de enfrente contoneándose frente a la obra.
Mis amores con las proletarias fueron de lo mejor.
Si antes de frecuentarlas era rojo, después me puse de un rojo subido.
A Anson le ponen las rojas por otro causal algo menos espontáneo; se lo exige su ideología. A veces, buscamos la identidad en el romance; en otras destinamos la violencia del tigre en el sexo.
La del último, se ceba con las víctimas.
En realidad, la violencia y el erotismo son difíciles de separar en cualquier catre; sea oficial o de campaña. Sólo el sello inconfundible de la ternura lo consigue. Pero que yo lea, Anson se puso la piel de tigre en la página.
Sus movimientos con Setién, La Venus y Aitana, son tres acciones de claro acento selvático.
Por si las dudas, le recomiendo que lea (o repase) "L. A. Confidential", de James Ellroy, y si le atrapa la trama hasta el sofoco, que busque entonces el ámbito propicio para hallar una doble más accesible que Aitana. En Madrid seguro que lo hay.
Ser el profesor Unrat de El Ángel Azul no es bueno. Pero quedarse a medio camino es peor.
Allí, sometido a nuevas tentaciones, podrá seguir distinguido señor, desfogando la pasión del jugador, poniendo las cartas siempre boca abajo.
Como le gusta servirlas, aunque diga lo contrario.
Por último, cito someramente los desmarques de Ramírez, remitidos a la edición catalana, que supervisa el diligente Álex Salmon.
En "A Fondo"; páginas 26 y 27, se recogen dos testimonios de estropicios franquistas, reservando un espacio en la última que critica la aplicación de Ley de Memoria Histórica.
En la 28, María Llansana, de ERC se despacha sobre el maltrato español a Catalunya.
El resto del periódico es obviable, salvando uno de los puntos fuertes del pliego: sus partes económicos.
Hay, no obstante en el trasero de la hoja, un interesante dato aportado por Carmen Rigalt: el ghost writer (o amanuense literario, así lo refiere ella) de José María Aznar es, en este flamante libro y otros emprendimientos de estilo, José María Marco, integrante folclórico de la troupe tremendista en el apartado de las castañuelas.
Eso sí. Creemos que es mas ghost que writer (para mayor claridad, consultad el diccionario Inglés / castellano).
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