El segundo pack de Cecil Blount DeMille se abre con uno de sus mayores sucesos: "Macho y hembra", estrenada en 1919.
Si ya en el previo pack despuntaban los filmes "sociales" que reflejaban su visión de la batalla de los sexos en la vida moderna de entonces, el presente será uno de los clásicos del periodo silente de este talento americano.
Los protagonistas centrales de esta adaptación algo liberada de "El Admirable Critchon" -escrita por el escocés James Barrie (el autor de Peter Pan) sobre la atracción de una dama de sociedad por su apuesto sirviente y la callada reciprocidad de éste, son Gloria Swanson y Thomas Meighan, acompañados por secundarios que DeMille utilizaba en su primera etapa.
El naufragio de la aristócrata y su parentela junto a la servidumbre (compuesta por Meighan y la preciosa morenita Lila Lee) y su permanencia en una isla desierta trastocan los roles sociales. En la lucha por sobrevivir Critchon se corona líder, al que sirven los otros. Tras dos años en el medio y a punto de consolidar su romance con Swanson, un barco les descubre, devolviéndoles a la civilización.
Allí, todo vuelve a ser lo que entonces fue. El fracaso de una amiga de sociedad, casada con su chófer y repudiada por todos, lleva a que el admirable siervo, previo rey en el islote, resuelva partir con Lila a América sofrenando las ganas de alzarse con la anhelante dama de sociedad, antigua novia de un noble que ofrece desposarla.
Un par de secuencias desvelan los derroteros de quienes en la soledad fueron encendidos amantes. Swanson pliega velas que recoge su (infiel) pretendiente, mientras Meighan y Lila fecundan con promisorio empeño los campos de la chacra americana. Servidor del público ante todo y por sobre toda lógica, DeMille destina un futuro pálido a la aristócrata; en comparación con la integración clasista que finalmente une a los humildes.
Una secuencia intermedia entre el final del introito isleño, y el rescate de los náufragos, que la maña del sirviente transforma en generosidad -a sabiendas de que con el retorno a Londres perderá el cetro y a Swanson-, proyecta con fantasía una exótica corte Babilona, en la que Meighan reina envuelto en pieles y Swanson oficia de esclava rebelde con aires de gata salvaje.
La afición de DeMille por el mundo antiguo anterior a Cristo y una cierta barbarie, lo llevarían poco después a encarar superproducciones ambientadas en el área.
Destacan en Macho y hembra los cuidados escenarios y sus lienzos refinados (más bien carnavalescos cuando enfoca la vida isleña) que este minucioso detallista nos regaló en sus impecables cintas.
Extraordinariamente sensual inaugurando un desnudo en la bañera que luego repetiría Claudette Colbert en la sonora "Cleopatra", Gloria Swanson está inmensa y por demás sugestiva. Sus gestos y movimientos llenan la pantalla; remitiéndose el guapo Thomas (o Tommy, como a partir de entonces le llamarían los norteamericanos) a escoltarla con una especial virilidad, superior en frescura a la proyectada por Dustin Farnum o Elliott Dexter (favoritos del director en otros filmes), igualando en tantos la celebridad de su otro arquetipo galano: Wallace Reid.
Gloria Swanson desarrolló uno de los estrellatos más potentes de Hollywood. Su estrella recién se apagó en los comienzos del cine sonoro; tras algunos fracasos, propios de la madurez y los malos guiones; cobrándose revancha en Sunset Boulevard (El crepusculo de los dioses/1949), cinta en la que De Mille se interpreta a sí mismo durante una secuencia.
El afable Thomas Meighan, respetado y querido por Hollywood, tampoco cruzó la barrera de los talkies. Víctima del cáncer, partió en 1936 con 57 años .
La fórmula interclasista y pasional del filme se repitió en los Estudios hasta la saciedad. Sin isla de por medio, Carole Lombard y [su primer esposo] William Powell triunfaron en My Man Godfrey (Al servicio de las damas) en 1936. Aún hoy es un clásico; aunque su densidad narrativa nos parezca inferior a este agradecido rescate de Macho y hembra.
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