Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

domingo, 12 de octubre de 2008

LA CRUZ DE JUAN

En El País de la fecha el señor Juan Cruz, escritor de libros, periódicos y guiones de cine, descorcha un ambiguo comentario sobre "lo más sincero que ha dicho Mariano Rajoy en su larga carrera política".
Se refiere al ninguneo de las Fuerzas Armadas calificando de coñazo su más reciente desfile patriótico.

Don Juan Cruz nos aclara que a tal efecto, tomó prestado el espacio tradicional del mediocre crítico de cine Carlos Boyero, ex servidor reverencial de maese Ramírez en el diario El Mundo; y hoy cedente por imperio de la tradicional manumisión ante viejos y nuevos amos.

En ningún párrafo testimonia el sustituto de ocasión su respeto por los efectivos que en la fecha desfilan por el Paseo de La Castellana. La finta viene a comportar otra turbia herencia del izquierdismo que profesan -entre otros especímenes- los bien alimentados escribas de Prisa.

Dichos señores pueden permitirse opinar, ensalzando al líder del PP en detrimento de su miserable comentario sin definir nada más, gracias a que los órganos de seguridad que dispone nuestra Ley Fundamental basada en el Estado de derecho, resguardan escrupulosamente la vida de los ciudadanos, facilitando a la par de los jueces y las leyes el libre uso que de ella realicemos, de cara a los medios y la actividad política.

Seguro que la paga mensual del comentarista desborda unos cuantos meses la que cada treinta días reciben los miembros de los cuerpos armados que, en ropa de fajina y otras cargas desfilan hoy en Madrid. No son por cierto, las escuadras franquistas que irrumpen vencedoras en la Capital del Reino, sino las a menudo revistadas por una joven mujer, catalana y socialista.
Por contra, ciertos desdenes como el de Cruz, apuntan a equipararlas.
Sin mensurar las diferencias y el riesgo inherente a una profesión sujeta a la mayor disciplina y a una irrestricta función democrática, el articulista se autoriza, empero, el ocurrente matiz burlón, criticando levemente al señor Rajoy, sin desestimar por ello el torpe e inescrupuloso comentario, que un señorito compostelano henchido de tarado orgullo civil vertió, a micrófono mal cerrado, durante un solemne cónclave partidario de fruto amargo.
Y no justamente, por que se lo amarguen comentarios tan ambiguos como el referido...

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