Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

viernes, 10 de octubre de 2008

EL ESPÍRITU "NAZIONAL"



Reproduzco la cubierta de nuestra "Sapiens", del mes de marzo. El titular principal que acompaña la imagen de Santiago Bernabéu lo dice casi todo. El Estadio del Real Madrid lleva su nombre por mérito propio, enmarcado eso sí, en una época infame; factor que hoy pone en cuestión la naturaleza de los honores.


El valenciano Bernabeu, hombre de confianza y protegido del General Muñoz Grandes, era un deportista de ley y convicciones propias. Sin embargo, respaldó arma al hombro la sedición fascista en 1936. Tres años después, el caporal -que había fugado de Valencia para servir a Franco- ingresó triunfal, junto a su fusil y otros marciales sediciosos en la vencida y derrotada Barcelona.

En descargo de este antiguo votante de la CEDA, cuentan sus valientes enfrentamientos con el siniestro general Millán Astray -a quién expulsó del Estadio por manosear a la esposa de un camarada, jugándose el pellejo- y el desagrado del régimen ante la espontánea condecoración -que con medalla propia otorgada por el franquismo- hizo de motu proprio al general judío Moshé Dayan siendo aún inexistentes las relaciones entre Madrid y Tel Aviv.

Presidente del Real desde 1943 hasta 1978, Bernabéu vivió y murió en medio de una pobreza digna, e inusual para un vencedor de los obreros y campesinos de su patria. En muchos sentidos fue la mosca blanca del funcionariado dictatorial, a quien respetaron con sagrada unción los hinchas de su equipo, y los de más allá.

El ex caporal bregó apasionadamente por el deporte (jugaba fútbol desde la niñez y fue un crack al que vivaron multitudes en su primera juventud) desde el Club de sus amores, al que hizo grande y poderoso.

La objeción que hacemos al singular bautismo del Estadio que alzó, radica en una virtud sectorial, plenamente desarrollada en un medio opresivo y degradante, a costa de la verdad histórica. Que se sepa, este hombre entregado al fútbol permaneció indiferente ante las atrocidades perpetradas contra los vencidos.

Es más. Entre las virtudes que ofrendó el laborioso Bernabéu al régimen que impusieron él y sus camaradas, se contó su especial anticatalanismo, ya manifiesto antes de la Guerra Civil en el área deportiva, mediante la tenaz oposición a las cuotas autonómicas dispuestas por el régimen republicano en la Selección Nacional de Fútbol.

Devoto del Real, Franco utilizó al popular Bernabéu para potenciar escuadras que debían superar al Fútbol Club Barcelona, sofrenando el inquietante orgullo catalán en las contiendas deportivas.

Aún hoy se considera héroe nacional a este servidor del "Caudillo por la gracia de Dios", mientras sobre la tumba del President Lluís Companys, votado en dos ocasiones por la gracia de los catalanes, y fusilado por los compadres de Bernabéu tras un secuestro en Francia facilitado por Pétain y la Gestapo, aún se proyecta la sombría mancha de un juicio franquista.

Esta mañana en el bunker de la Cope, Losantos y su partida de impresentables (entre los que deponían [el arrepentido] Gabriel Albiac y Luís Herrero) peroraban con fluidez sobre el "bando nacional y los nacionales".

Así se autodenominaron por propia voluntad los militares sediciosos que, avituallados por Hitler y Mussolini masacraron españoles respetuosos de la Ley y el Estado de derecho, desde el trágico mes de junio de 1936.

Para ellos y sus secuaces, los republicanos no eran hijos de esta tierra que deseaban mayor justicia social. Eran apátridas rojos que traían el comunismo.

Como si la indiferencia de americanos, británicos y franceses ante la alianza de los sediciosos con Mussolini y Hitler, no fuera causa del patético aislamiento republicano; asociado a la consiguiente entente con el armamento servido por el Kremlin (a precio de oro), y su potenciada delegación local.

Treinta años después de muerto el dictador, su legado de "una Grande y Libre" enemistada con las autonomías y los pueblos de España, sigue vivo en el ánimo, la pluma y la voz, de éstos y otros sujetos.

Por la misma razón -sustancia de un "espíritu nazional" sobrevivido a 30 años de la Transición-, aún el Estadio del Real Madrid responde al nombre y apellido de "Santiago Bernabéu"...







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