Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

viernes, 18 de abril de 2014

QUILMES SANGRA


En Quilmes pasé parte de mi infancia y adolescencia. Como referente vital se une al latir de mi corazón. Visité la ciudad durante siete viajes a mi tierra de adopción. En especial la céntrica Avenida Rivadavia y la vecina calle Alberdi, donde los chicos jugábamos montando carpas fabuladoramente indígenas, en una medianera que no existe, o en las obras en construcción no valladas de entonces durante los feriados. Los robos y asesinatos eran irrisorios. Apenas crónicas de vida breve en las páginas del diario "El Sol". Hoy la miseria, con sus herencias de droga y crimen, azotan sin tregua Quilmes y el sur de la provincia. Frente a este drama, al que se suma muchos otros territoriales, toda la propaganda sobre el carácter "nacional y popular" del gobernador y sus superiores del ejecutivo se desploma estrepitosamente. El problema de la seguridad pública no lo arreglan la policía ni tropas del Ejército, sino la justicia social, vinculada a un plan de educación serio y dotado de buen presupuesto. El organigrama oficial no favorece a estas medidas; más bien las obstruye, enfrascados como están quienes gobiernan los destinos del país, en perpetuar un poder clientelar signado por corruptelas y desatinos. La Argentina actual no es la del 2001, pero las heridas de la inequidad social y la ausencia de cultura cívica, refrendadas por la falta de voluntad política, siguen abiertas y sangrantes. Quilmes, mi cuna del ayer, es uno de sus terribles ejemplos. Pero hay otros, y en todas partes. Es algo que no parece preocupar seriamente a la presidenta millonaria, ni siquiera capaz de asumir su edad con dignidad, ni a sus amiguetes. Tampoco a varios opositores (entre ellos destaca Mauricio Macri), para los que la solución es militar, policial; o bien que la gente linche a los jóvenes delincuentes, víctimas subsidiarias del "paco" y dejaciones varias.

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