Auschwitz. Recordatorio de la Europa actual en su márgen sur.
A las
víctimas del franquismo les corresponden las fosas sin nombre. A las de
este genocidio, sin la sangre borbotando de cada víctima, las ocultan
estadísticas no registradas. Así será, hasta que sus deudos digan cómo y
de qué murieron; aunque ya es fácil adivinarlo, a tenor de los
recortes, desahucios, o la mera y simple indefensión ante el hambre y
la enfermedad, sin remedios ni atención. También sabremos si fueron o
no incineradas, y dónde reposan para siempre sus despojos. La diferencia
ente las previas víctimas y las actuales rAdica en esa huella, a todas
luces delatora, aunque tan criminal e intensa como la precedente.
Los nazis y sus aliados fascistas, sistemáticos y organizados, eran expertos en ambas modalidades. Me refiero a la estentorea de la sangre derramada, y la de los gases letales, o la inanición propia de los terroríficos campos de exterminio.
Hay franjas sociales que en el sur de Europa -comprendida una España de cuatro estrellas en tal sentido- que viven ese campo virtual de la extinción a plazo fijo. En consecuencia, semeja obvio que Merkel y sus sirvientes han renovado los antiguos métodos, adaptándolos a una modernidad "democrática", más bien ilusoria. Por efecto de la misma, el famoso "tanto tienes tanto vales", ley semiclandestina del capitalismo, abandonó su relatividad del pasado para ajustar valores absolutos. Si nada tienes, poco o nada vale tu vida. La rotundidad del adagio lo transforma en una tácita condena a muerte, hoy vigente en este retorno a lo más crudo del medioevo.
Los nazis y sus aliados fascistas, sistemáticos y organizados, eran expertos en ambas modalidades. Me refiero a la estentorea de la sangre derramada, y la de los gases letales, o la inanición propia de los terroríficos campos de exterminio.
Hay franjas sociales que en el sur de Europa -comprendida una España de cuatro estrellas en tal sentido- que viven ese campo virtual de la extinción a plazo fijo. En consecuencia, semeja obvio que Merkel y sus sirvientes han renovado los antiguos métodos, adaptándolos a una modernidad "democrática", más bien ilusoria. Por efecto de la misma, el famoso "tanto tienes tanto vales", ley semiclandestina del capitalismo, abandonó su relatividad del pasado para ajustar valores absolutos. Si nada tienes, poco o nada vale tu vida. La rotundidad del adagio lo transforma en una tácita condena a muerte, hoy vigente en este retorno a lo más crudo del medioevo.
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