El reptil de Marhuenda, desenroscándose.
Desde
Rio visiono espacios españoles donde los sátrapas que ampara el poder
realizan el miserable discurso de siempre, mientras los que disienten,
aceptan el juego canalla de ser atacados y ofendidos sin proclamar toda
la verdad a viva voz. Que, por ejemplo, el gobierno de Rajoy enferma y
mata en nombre de una patria falsa, traicionando la auténtica. También
esto me indigna. En la mañana de hoy,
desde la tertulia matinal de "Al Rojo Vivo", el energúmeno Francisco
Marhuenda desarrolló su compulsión paranoica a paladar, estremeciendo su
prepotencia niguneadora a la desdichada Cristina Pardo, moderadora que
reemplaza las vacaciones de Antonio García Ferreras en Semana Santa. No
se inmutaron, en cambio, Javier Aroca (algo gritón (aunque según él "con cariño"), Fernando Berlín (siempre cortito) y el inefable
senador socialista por Madrid, señor Antonio Carmona, respetuoso de la Constitución y "el diálogo". Todos
socialdemócratas, alguno más a la izquierda que los otros, sonreían y
fraternizaban en líneas generales con el abyecto lacayo de Mariano Rajoy, dirigiéndole
certeros estoques de esgrima...con punta de material plástico.
A menudo
pienso, que la desmemoria oficial ha extendido a buena parte del sector grandes
dosis de indignidad. Cómo y por qué aceptar mansos los ataques de un
felón, hidrófobo y machista de la calaña de Marhuenda, al que millones de
ciudadanos aborrecemos? Tanto vale salir en la tele del señor José
Manuel Lara, su patrocinador en "La Sexta' y el diario "La Razón"?
Quienes creen que las verdades tienen un límite y hay que obedecerlo
para salir en la foto, ensayando un tibio discurso, por el que cobran
unas monedas, se equivocan. La gente en España se manifiesta a diario
sin remilgo alguno, pese a las amenazas de todo tipo. Lo contrario de estos caballeros, tan "democráticos"
y transicionales. Ante un elenco de personajes siniestros que detentan
el poder, señores, no caben florituras, ni carantoñas, ni nada que deje de
significar otra cosa que desprecio y señalamiento. El poder de los
medios existe, y es sin duda significante. Aguardo por ello que pronto
desaparezcan los tibios y las tibiezas heladas que apaciguan, operando como válvula de escape ante la creciente indignación popular, barridos por el vigor
incomparable de la verdad en paños menores. Quiero verlo desde donde
sea, con todas las fuerzas de mi alma...
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