Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

viernes, 8 de febrero de 2008

LAS NUEVAS OCURRENCIAS DEL SEÑOR RAJOY

Son dos, y en cierto modo se complementan.

Con la del pretendido Contrato para el inmigrante, regulando desde el cruce de la frontera en viaje de ida y vuelta, hasta la respiración, nos ahorra a Le Pen.

¡Españoles, ya no hace falta inventarnos un líder xenófobo, con Don Mariano basta y sobra!

Otra genialidad digna de Dalí en su peor momento, es la fantástica plantación de quinientos millones de árboles. Diez por habitante y ciento veinticinco millones por cada año que dure su gobierno.

Muchos tildarán de delirio esta oferta. Una mirada más amistosa concluirá sin embargo, en su naturaleza, ciertamente piadosa con el ecosistema, conjugando esta virtud, digna de ser imitada por los candidatos presidenciales del Universo y merecedora de otro premio Nobel, con algo más práctico e inmediato.

Además del empeño en purificar nuestra contaminada atmósfera, nuestro gallego ilustre facilita que algunos inmigrantes, desesperados por la falta de trabajo ante la crisis económica rampante y el celo policial impreso a su gestión, residan con sus familias en la frondosidad de las ramas o bien se cuelguen de ellos; ahorrándonos la provisión de carpas en terrenos fiscales o el coste del flete a destino.

Desde que resolvió enfrentar al gobierno de PSOE, Rajoy y sus huestes mediáticas no paran de sembrar el terror en el inconsciente colectivo. Primero con la traca de ETA y el terrorismo; ahora con los inmigrantes; mano de obra mayoritaria en el desplomado sector de la construcción.

El temor al avance del paro y su impacto en el colectivo -verdadera amenaza para la sociedad de no adoptarse medidas que estabilicen una economía que en una forma u otra afectará al 80% de los españoles-, se ha convertido en el nuevo reclame electoral de este líder temulento y manipulado desde la sombra, los poderes financieros y la Conferencia Episcopal, por reaccionarios de aquí te espero.

En panorámica, señalo que hemos tolerado -sofrenado el racismo que nos corresponde mediando gran hipocresía- el hecho de que los inmigrantes se nos cuelen por todas partes, en la medida que la economía los precisaba. La consigna de sueldos bajos a cambio de hacer la vista gorda ante la falta de papeles efectivizó en gran medida este aporte.

De ahí que los legalizase parcialmente el PSOE en beneficio de las arcas estatales. Ahora, según los planes de nuestros burgueses ante la recesión mundial que afecta a todos, le toca al PP disciplinarlos. O echarlos... y echarlos.

A más de ser complicado asunto para cualquier gobierno, está hecho que llegarán otros. Los cientos de miles que huyen año tras año de un flagelo superior a la suma de las crisis que podamos sufrir.

Es el hambre. Ayer padecida; hoy sepultada con la mayoría de quienes la padecieron en nuestra villa durante la posguerra. Factor que el señor Mariano Rajoy, registrador de la propiedad, ex ministrable en los gobiernos del PP y hoy candidato a presidir España, no tuvo a bien de sufrir jamás.
Quizá por ello no le cueste nada asumir el rol de un Le Pen transitorio, mientras otras especies peligrosas de la tribu organizan su relevo por un cacique más resuelto.







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