El sprint del multimillonario Pizarro fue modesto ante la experiencia y el saber estar del Ministro.
La base del duelo era sencilla. La economía social se enfrentaba al representante de las leyes de acumulación y concentración de capitales. Más allá de sus números contundentes, Solbes se llevó el gato al agua esgrimiendo la tesis del PSOE con cifra y gráficos, ante dos factores sicológicos nada despreciables. Uno, la bisoñez de Pizarro en estas lides y su extrema reverencia ante "un gran ministro de asuntos económicos". El otro, la fortuna que acumuló este abogado estatal y buen gestor de empresas privadas, enfrentada a la relativa modestia económica de un economista que entregó a la política de izquierdas cuatro décadas.
Consciente de que las empresas no se manejan como los partidos ante los ciudadanos, el rival de solbes se acojona. La sensación de que le admira hasta el punto de desear ser como él cuando sea mayor aventa el teórico duelo, reemplazándolo por la clase magistral de un profesor ante el alumno.
La objetividad de otro factor que excede al PP y al propio número dos es la amenaza de una recesión mundial en cadena que afectará a España en mayor medida que las turbulencias de hoy.
Es lo que el nuevo fichaje popular desestimó enfrentar, por temor a espantar al electorado que debe votarle.
Es cierto que la política social del PSOE ofertando -entre otras cosas- gran cantidad de pisos de protección oficial resulta beneficiada por la buena cosecha impositiva del 2007 (cifrada en 30.000 millones de euros), y que de recortarse los impuestos como proponen sus rivales de la derecha se justifica la anunciada supresión de la oficina correspondiente, facilitando el nuevo disparadero de precios en el libre mercado del suelo y la edificación.
Pero también encuentra su justificante que el gasto público en el sector apenas podrá aguantarse si la recaudación fiscal desciende, tal como preveen los observadores durante el próximo ejercicio, por consecuencia del deterioro empresarial y el aumento del paro.
La única baza que podía jugar con cierto éxito Pizarro (en la dicotomía existente entre concentración de capital o gasto social promovido desde el Estado) era la del miedo.
Ante la falta de iniciativa esgrimiéndolo, el tranquilo Solbes, sobrado de esa plácida sensatez que tanto valora el personal, lo aventó con holgura.
Que el señor Pizarro -a tono con el duelo entre caballeros- no es Rodrigo Rato quedó claro. A Rajoy le han emparejado un hombre de fortuna, hábil manejando empresas y poco más.
Ahorita (según dicen los mexicanos) el primero y el segundo en las listas del PP son dos perdedores.
El dos por uno de la derecha para estas rebajas de oferta electoral; aunque el nuevo director de La Razón y el otro debutante en el comando de ABC, quizá por identidad espiritual más que política hayan dado por ganador al que anoche mordió el polvo en el plató de Antena 3 TV.
El señor Ramírez asomó la nariz desde la mapostería que titula en relieve a su periódico, algo menos optimista ante la performance pizarreana. Gato viejo anclado en los tirantes que usaba veinte años atrás Michael Douglas en Wall Street, ya estaba al tanto de los diez puntos de diferencia que obtuvieron Solbes y su ull viu en la encuesta inmediata.
Y su cierta volatilidad tiene causa, pues el resultado del duelo verbal que insumió tres bloques y una hora de emisión, sea tal vez una premonición de lo que precipitarán los votantes de marzo.
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