Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

sábado, 1 de junio de 2013

VOLVER A LA NACIÓN




De no estar inmersos en el drama europeo, sujetos a la moneda asimétrica y la prioridad constitucional de primar el déficit exterior, por sobre otra cuestión interna (gentileza del PP y el PSOE), ya hubiéramos pulverizado este espantoso gobierno que padecemos, pródigo en miserias y corrupción. 

Merkel y Bruselas respaldan al obediente Rajoy, cada vez más semejante a un enterrador en genio y figura. El repaso al arco opositor, de derecha a izquierda, pasando por el centro, nos sumerge en programas de tibia resistencia. 
Lo más cercano a una rebelión, sin llegar a serlo, lo manifiesta el programa de Izquierda Unida, igualmente contaminada de un europeísmo redentor, imposible en perspectiva, y no por exclusiva responsabilidad de Alemania. Nuestros males nos condenan.
El virus de la dependencia pervive en nosotros desde el final de la Guerra Civil, y el comienzo de otra, emprendida por el franquismo contra cualquier asomo de rebeldía o pensamiento social independiente. La Transición ha convalidado el método, adaptándolo a la unión subordinada con la Europa próspera. De aquellos polvos salen estos lodos. Las élites políticas en España son timoratas, en gran medida cavernarias y, encima temerosas de Dios. De ahí la fuerza cerril del clero local, anclado en los años´40. Si bien la larga siesta de la sociedad civil se la llevó el huracán de la crisis, fallan la cultura previa y la abrumadora desindustrialización del territorio. 
El elevado paro, insólito en proporción, resume ambas condicionantes. Que la inmensa mayoría de los ciudadanos no rebase los 200 términos y frases de uso cotidiano, desvela esta indigencia. Quizá el área de la sanidad haya generado los mejores profesionales del continente debido a su pujanza, pero ahora mismo va camino de la destrucción. 
Una esperanzadora franja emergente de manifiesta vitalidad, es hoy la protesta social, creativa y emocionante, sin que aún pueda consolidar una nueva élite dirigente por falta de tiempo, mientras las exigencias de Bruselas siguen adelante, destrozando elementales conquistas sociales del pasado, en tanto pobreza e indigencia se multiplican hasta límites grotescos. 
La emergente extrema derecha en Grecia, coincide con movimientos semejantes en Hungría, o los países nórdicos. Parece contradictorio, y no lo es. Desde la miseria o la opulencia de exclusión, la deriva europea amenaza enfilar hacia regímenes de este tipo. Sin llegar de momento a esos extremos, Aznar y Esperanza Aguirre vienen a ser una avanzada local en tal sentido; si bien el PP y Rajoy se bastan solos por ahora, haciendo el trabajo sucio. 
En verdad, roto el acuerdo de desarrollo implementado en la posguerra, la mugre económica, política y social se desarrolla sin aflojar un tranco en los territorios de la Europa occidental. El modelo alemán no es una excepción, con sus minijobs, la tremenda desprotección social , y una progresiva decadencia económica que se acentuará muy pronto, afectando todavía más a una periferia que integramos. 
Sería por ello saludable volver a la nación con mayúscula, poniendo punto final al vasallaje, tras expulsar a nuestros vasallos. 
A estas alturas de atrocidades impartidas y aceptadas, tan manifiestas y recurrentes, no vislumbro otra solución.

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