Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

domingo, 23 de junio de 2013

LOS ASESINOS ESTÁN ENTRE NOSOTROS



                            José Bretón. Uno de los de ellos.


Desfilando por radios y televisiones varios psicólogos afirman que José Bretón no está enfermo. Según ellos, es un psicópata. Nuestra tierra no se ha caracterizado por generar muchos Carlos Castilla del Pino, ignorando además la Tesis del Filicidio, desarrollada en Buenos Aires por Arnaldo Rascovsky..

¿Desde cuándo, señores, quien asesina a dos hijos pequeños no es un enfermo? ¿O es que la psicopatía integra el comportamiento normal de los seres humanos? El estar por casa de lo más cómodo.
Actuar en forma criminal, aunque sea conscientemente, no incluye algo tan elemental como el respeto por la vida del otro, y este es un factor humano esencial en nuestro mal organizado hormiguero. 
La consideración mutua no es propiedad de nadie en particular, en un mundo cada vez más poblado e interdependiente. Representa el valor colectivo que garantiza la supervivencia en este planeta. Ni más ni menos que el límite mismo que separa una mente sana de otra enferma, envenada por el narcisismo y el odio, como manifestaciones escindidas del trato social civilizado. 
En tal sentido, los gobernantes de la Europa actual, y los de España en particular, están enfermos y son terriblemente peligrosos, en materia de derechos adquiridos y consolidados.
Cuando el interés particular, de casta o mafia, impide respetar los legítimos bienes del prójimo de cara a la vida, con todas las letras, nos enfrentamos de hecho a naturalezas criminales y lo que es peor, genocidas.. 
Bretón es un frío asesino de criaturas inocentes a las que negó brutalmente la paternidad. Hay progenitores que, sin llegar a ese extremo, matan nacientes valores en sus hijos. Es otra forma más difundida y tolerada de crimen que, desde la victimización de inocentes, potencia futuros victimarios. También de gobernantes que, mediante la violencia manifiesta o el respeto formal por los derechos humanos condenan al hambre y la desesperación a sus ciudadanos, abriéndoles de par en par las puertas de la muerte, para que niños, jóvenes, maduros y ancianos abandonen este mundo lo más pronto posible, mientras ellos se enriquecen machacándonos y disfrutan del privilegio con holgura.
Quienes así proceden son psicópatas, afectados de un narcisismo semejante al del monstruo de las Quemadillas. Personaje frío, que finje no enterarse de que incineró vivos a sus pequeños tras doparlos, como venganza aparente contra el abandono de su mujer, y real contra la vida. 
Comporta el más atroz ajuste de cuentas posible. Pero, a tenor de lo que presenciamos, leemos o viisionamos todos los días, aquí y ahora, no es el único ni el peor. 
Por que en este país, de noche y niebla, lo padecemos a diario en los recortes, el desempleo, los desahucios y la devastación continuada de la sanidad y la educación.
Los verdugos del genocidio social operan entre nosotros, obrando con el mayor descaro, igual que Bretón. Y todavía mandan mucho; aunque finjan como el loco canalla, no enterarse de nada, mientras convierten en ceniza vidas y esperanzas con las más absoluta impunidad.

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