Cuando
en julio del ´82 retorné a este país desde una larguísima estancia en
Buenos Aires y aledaños, me encontré con una realidad prometedora.
España había derrotado el 23 F del previo año y el Estado de Derecho era
una realidad palpable, a pesar de que la Transición era un apaño entre
el franquismo y sus hijos democráticos.
Sin embargo, algo presagiaba esta cruel involución
actual. Los ciudadanos votaban a sus candidatos y se olvidaban de la
política hasta el puntual regreso de las urnas. Con toda la hiper
politización desarrollada en la Argentina a pesar de las dictaduras
constantes, sobre todo la última y más asesina, el interés por discutir e
intercambiar opiniones se mantenía socialmente vivo tras el insensato
conflicto armado de las Malvinas.
Lo traía en mis alforjas de viajero que vuelve.
De momento, resolví el contraste entre el pasado y el presente criando a
mi hija, desarrollando luego una carrera literaria de la que, para mi
buena fortuna moral, no dependo económicamente.
Creo que la última
medida, comportó fruto de la decisión consciente para crecer hacia
adentro por medio de la escritura, volcando toda mi reflexión, matizada
por incesantes lecturas y copioso material audiovisual.
Mis libros
iniciales, de texto impreso, fueron biografías. Los dos tomos sobre
Perón proyectaron un volver de dónde vine estando aquí.
Era
ensayar, ya lo dije, la memoria del Rio (de la Plata) desde la vera del
Mar (Mediterráneo). Luego llegó el viejo Hollywood, su industria y
personajes, reales e imaginarios.
Por último, volqué en cuatro
novelas y un libro de relatos, publicados en formato E Book de Kindle,
nuevas inquietudes, junto a versiones corregidas y aumentadas de lo
realizado antes.
El auxilio de mi amada esposa; la extraordinaria
María Aparecida, devino fundamental en mis labores. Es la primera vez en
mi vida de lobo solitario, que somos dos. desde la natural soledad de
su inteligencia, cultura y sensibilidad, ella opina otro tanto.
Vuelvo a España para señalar que, en la vieja despolitización de la
sociedad civil posfranquista se incubaba el huevo de la serpiente actual.
Siendo fenómeno común el dominio ofídico sobre las restantes
especies, en esta Europa de exclusión social sometida a un imperio que
ya causó dos guerras en el siglo XX, nuestros ejemplares son de lo peor.
Me refiero a los que están al mando supremo que brinda la mayoría
absoluta en las cámaras. Y los que, no estando, autorizan que los más
voraces y venenosos se engullan porciones enormes del bienestar y el
parné, arrancado por impuestos y tributos, siguiendo el modelo de la Boa
Conscrictor. Originaria de América en su versión original; aunque local
y bien castiza a efectos reptantes y depredadores.
Quizá no hayan
bastado dos sangrientas tragedias mundiales que tanto afectaron el
continente, para que la mayoría de los europeos abandonen del todo
ciertas ideas autoritarias.
La vigente popularidad de Berlusconi en
Italia, y la presencia dominante del parafascismo que hoy gobierna
España, junto al magma griego y los brutales recortes lusitanos, revelan
que esto es así.
Creo que lo que aterroriza a muchos europeos no es
que se haga trizas la UE, evento más o menos inevitable, sino el
cambiar de modelo histórico y cultural. Es justo lo que se precisa para
superar desde cada país la vieja carga de un pasado, que el consumo y
las garantías democráticas -cada día más vulneradas hoy- no consiguieron
aventar. En el caso español, la terrible derrota popular a manos del
franquismo, con su secuela de largo aislamiento sometido al terror en la
posguerra, dejó su huella trágica. La vuelta al nacional catolicismo y
la solapada ponderación de Franco así lo indican.
De igual tenor es
el revival del pasado totalitario en Grecia, Portugal, y parcialmente en
Italia tras veinte años de fascismo y una guerra a cuestas.
Aunque
ya desde la base de estas sociedades algo que se llama indignación se
esté moviendo, contra éstos, los reptiles que abandonaron su cáscara
para sangrarnos, esparciendo la pobreza hoy, con el miserable propósito
de arruinarnos el mañana, habrá que redoblar la protesta bajo fórmulas
de organización, política y programática.
De no hacerlo nos aguarda el ocaso.
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