Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

domingo, 30 de junio de 2013

EL HUEVO DE LA SERPIENTE





Cuando en julio del ´82 retorné a este país desde una larguísima estancia en Buenos Aires y aledaños, me encontré con una realidad prometedora. España había derrotado el 23 F del previo año y el Estado de Derecho era una realidad palpable, a pesar de que la Transición era un apaño entre el franquismo y sus hijos democráticos. 

Sin embargo, algo presagiaba esta cruel involución actual. Los ciudadanos votaban a sus candidatos y se olvidaban de la política hasta el puntual regreso de las urnas. Con toda la hiper politización desarrollada en la Argentina a pesar de las dictaduras constantes, sobre todo la última y más asesina, el interés por discutir e intercambiar opiniones se mantenía socialmente vivo tras el insensato conflicto armado de las Malvinas. 

 Lo traía en mis alforjas de viajero que vuelve.
De momento, resolví el contraste entre el pasado y el presente criando a mi hija, desarrollando luego una carrera literaria de la que, para mi buena fortuna moral, no dependo económicamente. 
Creo que la última medida, comportó fruto de la decisión consciente para crecer hacia adentro por medio de la escritura, volcando toda mi reflexión, matizada por incesantes lecturas y copioso material audiovisual.
Mis libros iniciales, de texto impreso, fueron biografías. Los dos tomos sobre Perón proyectaron un volver de dónde vine estando aquí. 
Era ensayar, ya lo dije, la memoria del Rio (de la Plata) desde la vera del Mar (Mediterráneo). Luego llegó el viejo Hollywood, su industria y personajes, reales e imaginarios. 
Por último, volqué en cuatro novelas y un libro de relatos, publicados en formato E Book de Kindle, nuevas inquietudes, junto a versiones corregidas y aumentadas de lo realizado antes. 
El auxilio de mi amada esposa; la extraordinaria María Aparecida, devino fundamental en mis labores. Es la primera vez en mi vida de lobo solitario, que somos dos. desde la natural soledad de su inteligencia, cultura y sensibilidad, ella opina otro tanto.
Vuelvo a España para señalar que, en la vieja despolitización de la sociedad civil posfranquista se incubaba el huevo de la serpiente actual. 
Siendo fenómeno común el dominio ofídico sobre las restantes especies, en esta Europa de exclusión social sometida a un imperio que ya causó dos guerras en el siglo XX, nuestros ejemplares son de lo peor. 
Me refiero a los que están al mando supremo que brinda la mayoría absoluta en las cámaras. Y los que, no estando, autorizan que los más voraces y venenosos se engullan porciones enormes del bienestar y el parné, arrancado por impuestos y tributos, siguiendo el modelo de la Boa Conscrictor. Originaria de América en su versión original; aunque local y bien castiza a efectos reptantes y depredadores.
Quizá no hayan bastado dos sangrientas tragedias mundiales que tanto afectaron el continente, para que la mayoría de los europeos abandonen del todo ciertas ideas autoritarias. 
La vigente popularidad de Berlusconi en Italia, y la presencia dominante del parafascismo que hoy gobierna España, junto al magma griego y los brutales recortes lusitanos, revelan que esto es así.
Creo que lo que aterroriza a muchos europeos no es que se haga trizas la UE, evento más o menos inevitable, sino el cambiar de modelo histórico y cultural. Es justo lo que se precisa para superar desde cada país la vieja carga de un pasado, que el consumo y las garantías democráticas -cada día más vulneradas hoy- no consiguieron aventar. En el caso español, la terrible derrota popular a manos del franquismo, con su secuela de largo aislamiento sometido al terror en la posguerra, dejó su huella trágica. La vuelta al nacional catolicismo y la solapada ponderación de Franco así lo indican.
De igual tenor es el revival del pasado totalitario en Grecia, Portugal, y parcialmente en Italia tras veinte años de fascismo y una guerra a cuestas.
Aunque ya desde la base de estas sociedades algo que se llama indignación se esté moviendo, contra éstos, los reptiles que abandonaron su cáscara para sangrarnos, esparciendo la pobreza hoy, con el miserable propósito de arruinarnos el mañana, habrá que redoblar la protesta bajo fórmulas de organización, política y programática. 
De no hacerlo nos aguarda el ocaso.

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