Auguste Rodin inmortalizó en el bronce la reflexión. Una disciplina necesaria para entender la vida y el mundo como parte de nuestra propia naturaleza.
Las
formas de ver la sociedad y actuar en su seno es lo que nos retrata de
cuerpo entero. No siempre están conectadas al mundo, y eso también
define los precisos contornos del retrato.
De una forma u otra
estamos conectados a los 9.000 millones de almas y cuerpos que nacen y
mueren cada día en el planeta, en estos duros inicios del siglo XXI,
haciendo que la suma supere a la resta.
Así fue y será, a pasar de las guerras, crisis y devastaciones que
nuestros pleitos propios y los que mantenemos con la Naturaleza (cada
vez más amenazada), deparen cada día a la marcha de la civilización.
En el presente, el retroceso en niveles de vida y conquistas sociales
es palmario en Europa. En contraposición, emergen gigantes antes
sometidos a nuestro progreso y poco tenidos en cuenta, salvo como
proveedores de materias primas.
Hablo de China, Brasil, La India, y
gran parte de América Latina y Asia. El problema radica en que, el
capitalismo en su versión actual revela en ciertas áreas del planeta,
que las fuerzas productivas ya no pueden ser contenidas por la antigua
forma de producir y distribuir.
El retroceso deviene de esta
imposibilidad. De ahí que se imponga la precariedad laboral y de
consumo, barriendo el previo Estado de Bienestar en nuestro viejo
Continente, empezando por la propia Alemania, aunque sea la zona sur
aquella que patentiza el retroceso humano, social y político.
La
clave de la futura supervivencia de Europa y cualquier franja planetaria
más o menos desarrollada, radicará en un mejor reparto en todos los
órdenes.
Es la dirección opuesta a la actual polarización entre
riqueza y pobreza, determinada por el imperio de las finanzas, contra el
de la producción y distribución. ¿Es sensato que Carlos Slim sea uno de
los magnates más ricos del orbe y México, su país, uno de los más
pobres y socialmente desquiciados por el crimen y la corrupción? ¿O que
el español Amancio Ortega salga de otro paraíso por el estilo? La brutal
marginalización de Grecia señala sin ambages la ruta próxima de
Portugal, Italia, Irlanda, España e Italia.
Mientras caemos en
picada, en Brasil sus ciudadanos demandan la aceleración de progreso y
la mejoría de los espacios públicos de gestión y asistencia. No ver que
todo el mundo tiene derecho a una vida mejor y que buena parte del mismo
se manifiesta en tal sentido conmoviendo formas tradicionales de
gobernar, es síntoma de interesada miopía.
Desde luego, no habrá
progreso en la medida que los ciudadanos de cada país no luchen a brazo
partido por conquistarlo. Siempre fue así, y lo continuará siendo en
adelante.
A España le toca volver a la nación equilibrada en sus
factores productivos. Significa liquidar la corrupción pública y
privada, enfrentando la crisis europea mirando nuestros intereses, no
los de Alemania, los pulpos financieros o las trasnacionales que evaden
tributos en los paraísos fiscales.
A todos ellos les interesa
disponer de gobiernos corruptos a la carta. Cuánto más lo sean, mayor
será el sometimiento al Euro, y a esta perversa deriva de la UE con tal
de conservar y aumentar sus bienes, en detrimento de la mayoría de sus
ciudadanos
El Caso Bárcenas es uno de tantos en el ruinoso y brutal presente capitalista.
Los lazos entre los grandes empresarios y políticos con poder de
decisión han operado siempre, aquí y por doquier. Que el acelerado
empobrecimiento de la población haya facilitado el destape no frena en
sí mismo la insaciable operatividad de un sistema entregado al
enriquecimiento fácil, desdeñando la producción de bienes y el consumo
popular.
Lo único que podrá remediar el expolio y la mayor
desprotección social a manos de los mafiosos de turno, será una nueva
forma de crear riqueza a través del esfuerzo y, sobre todo de repartirla
equitativamente, actualizando la forma de ver la sociedad y el mundo,
corrigiendo por ende nuestra manera de ver la vida, y actuar
responsablemente en ella.
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