Se ahonda la capitulación de Pablo Iglesias y su plana mayor de Podemos, mientras Izquierda Unida se desgarra entre luchas intestinas. Entre tanto,la derecha respira aliviada en el interior del PP, el PSOE y el resto de formaciones políticas, reforzadas por la emergencia de Ciudadanos, aunque las tres rivalicen entre sí.
El que los parados y desahuciados integren un segmento social aislado de capas de la población menos afectadas por la crisis, es una amenaza en ciernes. Los planes paneuropeos consisten en perpetuar esa división entre poco ricos y muchos pobres,incluso desde el interior de los países prósperos. El caso español es sangrante por el deterioro global, al que se agrega la velocidad en desintegrar promesas emergentes. Ahora vemos con claridad, que los cambios en la cúpula del Estado y los partidos no obedeció tanto a la emergencia de Podemos y los discursos de iglesias, como al pasmo que les despertó la sensación de peligro y temor, de que las protestas y mareas reivindicativas, reforzadas por la brutal corrupción de las élites se organizasen a través de un programa condigno, aumentando los decibeles de la protesta. Que la cúpula de Podemos respalde sin condiciones la investidura de Susana Díaz en Andalucía, es una suerte de harakiri político. De reemplazantes teóricos del PSOE, pasan a ser comparsa, imitando a pie juntillas a quienes ayer definían como "Izquierda testimonial". De forma tal que, en vez de ganar a parte de su electorado, perderán el suyo. Pocos van a votar una franquicia. Esto ya se observó en las recientes elecciones comunitarias. Gente que pensaba apostar por ellos (las encuestas les otorgaban 22 diputados y obtuvieron 15) optó por la Díaz.
Desde "alcanzar los cielos", frase favorita de los alquimistas de la Complutense, pasarán a fregarlos.Los desplazamientos propagandísticos de Iglesias, Monedero y otros aprendices de brujo, por América Latina y otros territorios, no les salvará del descrédito local. Ya en las últimas aseveraciones del primero, tales como "No somos de derecha ni de izquierdas", se advertía esa pendiente irreversible que conlleva la capitulación. El temor pequeñoburgués a la burguesía, local y europea, por parte de dirigentes improvisados, provenientes de familias acomodadas (salvo Iglesias, todos ellos lo son), consumó la rendición de estandartes y promesas iniciales.
Ahora, ante las voces disidentes en la formación, el ex tertuliano, no ya muy popular en las encuestas, acusa de "izquierdistas intemperantes" a los críticos. Es lo que hizo Díaz antes con ellos, y hace varias décadas el macartismo en USA durante la caza de brujas.
La crisis en la izquierda tradicional, frecuente compadre en los turnos de gobiernos del PSOE, y en Andalucía desde las últimas locales, refleja debilidad, aunque también furiosos encontronazos de tendencias en su interior. De momento no han superado la vieja matriz carrillista. La ausencia de debates, así como el voto aborregado y la desmemoriada conciliación con la barbarie franquista durante tantos años, se dejan sentir.
Sin embargo,con trece millones de habitantes viviendo en la pobreza, algo se moverá por fuerza. Y más, cuando los resultados electorales no resuelvan, sino agraven más aún los serios dramas de inequidad social y el hundimiento económico que padece la nación, convertida en colonia del IV Reich gracias a la complicidad de todo el estamento político-empresarial. Es probable que por efecto de esa presión, Podemos se rompa, y también izquierda Unida. De hecho, favorecerá el Frente Social Republicano y el necesario programa reivindicativo. De no realizarse, el destino español conocerá otros cuarenta años de ruina, miseria, despotismo y vasallaje.
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