Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

viernes, 3 de abril de 2015

LA GRAN AUSENCIA Y EL VALOR DEL ESPÍRITU


En los renglones de los nuevos novelistas y ensayistas no despuntan los sentimientos. En el mundo real, las personas viven crisis, subidas y bajadas, junto a reflexiones intermitentes que son ignoradas, y disueltas en el estereotipo. La única ventaja que nos asiste frente al aluvión de imágenes violentas cargadas de pirotecnia, reinantes hoy, consiste en recuperar, mediante un eficiente empleo del abecedario, la esencia palpitante delespíritu humano, presente en los grandes clásicos. Hay en "Guerra y Paz", "Las Uvas de la Ira" o David Copperfield", para poner tres ejemplos entre los cientos de miles que han nutrido de savia a la literatura a lo largo y ancho de la Historia, más humanidad de lo que se ha escrito en los últimos treinta años. El drama cultural señala dónde vamos a parar. Olvidarse de las cosas que conmueven hondamente, por ser intensas y verdaderas, representa una negación suicida de nuestra condición particular y social. La bella letra sin emoción es tan apasionante como el agua de Vichy. Se nos brinda a raudales, ante la masiva incapacidad de reconocer nuestra verdadera condición. El círculo infernal comprende toda la industria editorial, de la que los escritores y lectores somos piezas fundamentales. La incapacidad de unos y otros generando o digiriendo contenidos brillantes, junto a escenarios que estimulen la capacidad de traducir en imágenes cerebrales y sensitivas la letra escrita, es moneda común. Junto a esa tara, se desarrolla la de no aprovechar el precioso auxilio de los códigos de imagen. La industria del cine y de la TV, carecen salvo excepciones, de buenos guionistas, del faltante surgen pocos metrajes y series que hagan del placer cultural un hábito. Se me dirá, que en el campus literario y los otros dos, está y estuvo siempre lleno el cementerio; que hay obras maestras por que la mayoría no lo son, y es verdad. Pero en la proporción entre unas y otras, se observa, como nunca antes, una abrumadora ventaja de los cadáveres sobre el vivo y palpitante elemento. Su ausencia, casi generalizada en estos crueles años, remite a unos cuantos autores vivos a la soledad. Entre ellos me cuento, al considerar que la soledad, lejos de arredrar ciertos espíritus, les llena de infatigable valor. El talento siempre fue y será minoría, lo sé de sobras. Me preocupan en la masiva instancia, aquellos congéneres que no lo saben apreciar. Se crece haciendo lo contrario.

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