Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

jueves, 23 de abril de 2015

EL ESTIGMA MALDITO DE UNA HERENCIA ATROZ


              Hay propuestas que conducen a esto

Los proyectos que circunvalan el cerebro de Pablo Iglesias me recuerdan las infortunadas iniciativas de los bolcheviques, creando organismos represivos tan gravosos para la revolución de Octubre como el instalado en el edificio frontal de la Plaza Lubianka. A aquel antro de terror iban a parar los atormentados huesos de espías blancos, o sospechosos de atentar contra el Estado soviético. Sin duda, las amenazas sobre aquella forma de Estado eran múltiples, aunque a la postre, la policía política, dividida entre el GPU y la NKVD, resultaría letal para el proyecto global, ante el desarrollo burocrático y el ascenso irresistible de Stalin tras la muerte de Lenin. Desde entonces, el ingreso a la "Lubianka"(como se conocía al edificio de cinco plantas y ladrillos amarillos) fue garantía de abandonar este mundo en sus mazmorras y patios. 

Lejos está España de cualquier clase de revolución, pero el omnímodo líder de Podemos sueña con una propia que le conduzca al Trono de su Juego.Por esa razón propondrá, luego de entrevistarse con Hervé Falciani, la creación de un organismo perseguidor del fraude fiscal, basado en "informantes". Lejos de exigir una depuración del organismo de Hacienda y otros conexos, situándolo bajo estricto control parlamentario, prefiere la actuación de chivatos.Una profesión non sancta, más bien indeseable y contaminante, aunque rendida a los amos de turno. Aspira a ser uno de ellos, quizá el más importante, a la brevedad.
La deriva del sujeto, y la consolidación de un aparato sin programa visible, por él y su clan profesoral, le conduce a soñar tenebrosos proyectos. En el fondo son herencias no declaradas del franquismo, o de los estalinistas que, durante la Guerra Civil le franquearon el poder, con el auxilio, asociado objetivamente de Hitler y Mussolini. La tragedia de España reconoce ese legado maldito del despotismo y la desmemoria, asociado a la derrota republicana, y lo que luego sucedió en los setenta y cinco años restantes. Para Iglesias, según declara ante quienes deseen escucharle, el héroe de aquella guerra fue Juan Negrín, rendido al Kremin y su miserable estrategia. Uno de los responsables que lo secundó fue Santiago Carrillo, heredero del PSUC, ganado por el Eurocomunismo y la conciliatoria Transición tras un largo y confortable exilio entre Moscú y París. Sepulturero de cualquier ilusión de cambio verdadero, hundió a su formación, robusteciendo al PSOE, nacido a la vera de Willy Brandt, que dirigieron oportunistas tan manifiestos como la cúpula de Podemos,alternándose con los herederos políticos de Franco en el gobierno del Estado, con los resultados finales de lo que hoy es España. 

Ninguna polémica se alzó desde entonces, depurando responsabilidad alguna sobre el pasado. Por esa razón, entre otras, la izquierda está fraccionada, mientras la agonía del PP se resuelve parcialmente potenciando a Ciudadanos. También a Podemos, con un símbolo rebelde que se escurre entre los dedos de Iglesias, Monedero, Errejón, Bescansa, y toda la panda de arribistas que integran su cortejo. La sociedad civil, empobrecida, golpeada por la crisis y sin armas que solo proporciona la cultura política, vira al centro, esperanzada en el sufragio. Tanto Podemos, como Izquierda Unida y sus colaterales son responsables de esto. Años de voto aborregado y desmemoria cultural han propiciado este fraccionamiento suicida del progresismo y volver a depositar el futuro en cajas de acrílico. Mientras, los sujetos del tenor de Pablo Iglesias sueñan promover nuevos organismos de control ciudadano. Como si los existentes no bastaran para aplastar la democracia política y social.

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