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sábado, 28 de septiembre de 2013

EL HARTAZGO


El nunca bien detestado ujier de Mariano Rajoy, señor Marhuenda

En España, Francisco Marhuenda, director del diario "La Razón"(suerte de Boletín Oficial del Estado impreso en hojas amarillas) y ex funcionario de Rajoy con Aznar en La Moncloa, es lo que en Argentina fue Bernardo Neustadt para los dictadores militares y el miserable autócrata "democrático" Carlos Menem; el que casi hunde para siempre el país austral. Anoche, en el plató que La Sexta -propiedad de su amigo Fernando Lara, dueño además de Editorial "Planeta" y financista de la hoja progubernamental-, dispone a las tertulias políticas y de actualidadad, fue abucheado por los asistentes al debate y, sabiéndose protegido del patrón de la cadena, se quejó ante el presentador, acusándoles de pertenecer "a la izquierda". 
Hasta ahora, las crecientes broncas entre tertulianos a la carta (disfrazados de periodistas) o críticos del oficialismo estaban bajo control. Pero aquí intervino el público, integrado en gran medida por gente mayor, y jóvenes, todos ellos civilizados. Cabe acotar que, actualmente, ningún ministro que asome el testuz en público se libra de pitidos y abucheos. Rajoy mismo ya hace tiempo discursea su catálogo de sofismas desde un plasma, sin que el periodismo tenga derecho a preguntar.
Es la primera vez que algo así sucede en la TV española, y al abominable Marhuenda (bastante más primitivo y pendenciero que su símil argentino, hoy fallecido ). Pero no será la última. 
La bronca popular, ante viejos y nuevos atentados contra el Estado de derecho, y el espacio social conquistado los útimos treinta años crece en el país ante nuevos recortes, y mentiras descaradas del PP y su gobierno/ basura, integrado por vendepatrioas y aventajados lacayos de Merkel, Bruselas y el FMI.
El episodio señala que las dificultades de Rajoy y su partida de caza para sobrevivir los dos años que legalmente le restan de legislatura no dependen de lo que la a justicia pueda o no probar, sino de la conscienca colectiva, y su hartazgo creciente, ante la monumental estafa política y social que nos devuelve al pasado más oscuro.

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