Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

martes, 17 de septiembre de 2013

LOS VERDUGOS



En otros siglos o desdichadas circunstancias de ciertos países, o en este mismo, gastaban (y gastan) capucha, a la que se agregaban el hacha tradicional, el tiro en la nuca u otras muertes bárbaras. 
No me refiero hoy a los tradicionales verdugos, sino a los que gastan maneras amables, hablan varios idiomas y visten ropa oscura de marca. Señalamos a los hombres de negro de la Troica comunitaria, mezcla de verdugos e inquisidores financieros. Ellos determinan qué miembros de la Unión Europea deberán padecer recortes sin fin para no ser echados a patadas del supuesto Paraíso. 
Detrás de estos señores operan tipos como Schaüble, ese inválido teutón, dispuesto a rebanar millones de piernas necesarias, equilibrando impedimentos. Más abajo, Draghi y Olli Rehn desempeñan funciones en ciertas áreas de dominio, complementadas por eurofuncionarios como José Manuel Durao Barroso y el "socialista" español Joaquin Almunia. 
Fracasado el último en remotas elecciones generales, este ex ministro laboral ha devenido en el verdugo perfecto del tinglado paneuropeo de Bruselas; superior en frialdad operativa y ausencia de escrúpulos al portugués.
No llama la atención que Rubalcaba esquive expulsarle oficialmente del PSOE. Ellos firmaron junto al PP esa brutal cesión de soberanía al modificar la Ley Fundamental, primando el pago de la deuda exterior. 
Altísimo funcionario y castigador de éxito en su ámbito, Almunia sólo aplica lo que sus conmilitones de las alturas signaron antes. Achacarle ese y otros males es posible, desde el punto de vista moral, no funcionarial. 
En las entrañas de ese monstruo burocrático rendido a los lobis financieros, el dinero abundante circula por el tapete verde de esta timba continental, abultando los bolsillos de siempre. Jugar con cartas marcadas con rivales inermes da seguros dividendos. Eso mismo sucede, mientras los verdugos locales, corruptos e insensibles se forran, ejecutando órdenes sangrientas. 
Los recortes, estafas y despojos se ejecutan sin piedad en diversos territorios. Con ellos, avanzan el hambre, la desprotección social, junto a toda suerte de miserias y arbitrariedades. 
Todo se perpetra en nombre del bienestar europeo. Sabemos que es el de unos pocos, sin que ningún país victimizado consiga levantar cabeza. 
Quizá, porque la moderna hacha de los verdugos las cortó antes de cuajo.

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