Fueron
a Buenos Aires persiguiendo una vana ilusión. La misma consistía en
aguantar al gobierno apestado en La Moncloa y Madrid. También a la tan
vapuleada Corona, soldada con grilletes al Caso Nóos. Por las calles
porteñas y el hotel de lujo desfilaron, seguidos de comitiva, Rajoy,
Botella, González, el Príncipe de Asturias & consorte, al coste de
global de cien milloncejos. Eso comportó el lanzamiento de "Madrid 2020".
El COI no sólo tuvo en cuenta el sangrante dopaje en el deporte
español. La imagen del país, tan elocuente, ventilada en los medios y la
prensa internacional, no daba más de sí. Todos eran sospechosos de
corrupción, desde el jefe plasmado y la incompetente alcaldesa hasta el
turbio presidente de la comunidad. El pobre Felipe Borbón evocó sin
querer al cuñado chorizo (ex deportista de élite, para colmo), la
hermana huidiza y los safaris del padre en busca de piezas cárnicas diversas.
Como trasfondo, el desastre económico, político y social, con sus aires
franquistas dieron el tiro de gracia a la imposible candidatura, pese al
meritorio Pau Gasol y los inocentes deportistas, únicos valores tangibles de la onerosa
comitiva.
Tan lamentable era la imagen proyectada, que hasta la Turquía
seudodemocrática del islamismo light desbancó a la endeudadísima Villa de Madrid, antes de que
Tokio triunfara por todo lo alto.
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