Yo no
soy un estratega de la política. Ni siquiera me afilié a ninguna formación, aunque
en mi juventud cumpliese como militante social de izquierda en las
fábricas de entonces.
De serlo, como buen político distinguiría lo
mejor como enemigo de lo posible, y a lo último me ajustaría, navegando
en la lógica de lo pragmático. Mis humildes y apasionadas labores, son
literarias y reflexivas, llevando a la
letra escrita las necesidades inmediatas y mediatas de la Historia. Las
mías en concreto determinan plantear soluciones equilibradas de larga
duración. La República democrática y social, de corte federativo,
plasmaría lo que hoy no está al alcance mental y espiritual de la
abrumadora mayoría de los españoles y catalanes independentistas,
inmersos en una pugna llena de fervor y exaltación, que no resuelve el
paro ni la miseria en ninguna parte.
Los gobiernos central y
comunitario apestan. Son corruptos y rinden armas a la égida de Berlín y
Bruselas sin presentar otra diferencia que el respectivo centralismo
agobiante del primero, y las maniobras chantajistas del segundo en
procura de una nueva fiscalidad.
Tanto Rajoy como Mas, sirvientes
de grandes poderes económicos y financieros, adoran los recortes de
salarios y las prestaciones sociales, haciendo doble gala de su instinto
de clase y el conveniente paneuropeismo, hoy en boga.
El rol
pálido de la izquierda y el centro parlamentarios desempeñan tareas de
complemento opositor, en este régimen oligárquico de monarquía
parlamentaria que se cae a pedazos. Fue el mero empaste del pacto
posfranquista con el viejo régimen.
Ahora, tras años de absorbente
nacionalismo vacío de contenidos sociales o culturales, la marea
independentista crece desde Catalunya en busca de una escisión que
permita sobrevivir a la burguesía local y las capas medias en este
sálvese quién pueda del drama que vive España.
ERC desempeña el rol
de vanguardia en dicho intento, negociador en el fondo, por cuenta de
los Pujol, Mas y los unionistas del pájaro Durán i Lleida. Con Carod
Rovira o esta suerte de "Long John Silver" patriótico que es Oriol
Junqueras, esta formación casi siempre actuó por cuenta de terceros.
Nació a efectos de reforzar a la burquesía local ante el debilitamiento
de CiU, y cumple su cometido encabezando esta movilización gigantesca de
almas en busca de una ilusión, poco solidaria con los pobres propios y
los del resto del Estado. Una solución egoísta, que mueve la
desesperación.
Habiendo fracasado la previa apuesta por el PSC y el
calamitoso "Tripartit", equilibrando nacionalismo y lazos con España,
ha llegado la hora de emplear esta táctica, encabezada por ERC. Sin
duda, ya la Generalitat perdió el control de las movidas en el tablero;
aunque aspire a capitalizarlas si Rajoy se aviene a soltar la pasta. Lo
haga o no, lo cierto es que, a esta altura del evento, ya toda solución
maniobrera será un parche.
Los ciudadanos catalanes quieren
referendo, sí o sí. Es una voluntad democrática dificil de resistir.
Pero la crisis política, económica y social lo es más. Mi planteo de
refundación estatal estará lejos de lo posible. Quizá se realice algún
día. Muchos dirán que en una galaxia lejana. Quizá.Pero viviendo en
esta, hoy y aquí, no vislumbro mejor viaje hacia la equidad social en un
país más justo, que incluya a esa tierra enriquecida durante siglos por
la migración interior. Aquella en que Francisco Candel, tan olvidado
hoy, nos dibujó al grueso de los catalanes del Siglo XX.
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