Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

martes, 24 de septiembre de 2013

EL PAÍS DE LA EXCLUSIÓN



Cualquier relación despótica entre un gobierno y su sociedad civil es violenta. Cuando en España hablamos de democracia no recogemos lo que de ella queda, sino de su mengua constante, por efecto de una virtual dictadura parlamentaria, asistida por temulentos opositores. Mientras tanto, arrecian nuevas confiscaciones y recortes, sin que el crédito bancario fluya hacia las pymes y familias. El único plan de Rajoy y su tropa, consiste en ejecutar las órdenes que imparten Berlín, Bruselas, la Troica y el FMI, en tanto campan el deterioro de las instituciones, la precarización laboral y una corrupción bien focalizada en el Partido Popular. Junto a la furia depredadora del espacio público, la sanidad, educación, y ahora las pensiones, desde las esferas oficiales se propagan medias verdades y optimismos falsos, ocultándose las cifras del despojo constante y su consiguiente tragedia social. ¿Hasta cuándo durará la estafa?, se preguntan muchos españoles. Y la respuesta no es otra que hasta donde aguante el cuerpo social. Por momentos da la sensación que esa mórbida paciencia colectiva -mezcla de pesimismo, desazón y estupor- se prolongará hasta el final de la legislatura. 
Desde las alturas nada se mueve al respecto. Ni siquiera un perdulario como el señor Rajoy, cabeza del gabinete/ basura, pescado in fraganti en clamorosas transgresiones políticas y dinerarias, se aviene a renunciar. 
A ese increíble fenómeno suma el respaldo personal al listado de gestores y ministros impopulares que le secunda, amén de autoridades partidarias francamente grotescas, y parlamentarios absolutistas rendidos a su dudoso encanto. 
Para ellos, en su ya manifiesta ficción de aceptación popular, la cuestión es matar o morir mientras siga en pie el tenderete legislativo.
El respaldó último a estos liquidadores del Estado y sus instituciones proviene de una política neoliberal, triunfante hoy en Europa. 
Los plácemes oficiales ante la victoria autóctona de Frau Merkel, brindados calurosamente por el mejor aliado en la periferia, señalan su propio reforzamiento local. Con el mismo, la violencia despótica que ampara esta formal mayoría absoluta continuará vigente, junto a nuevos ataques al ya moribundo equlibrio social.
Las especies peligrosas del tenor no se detendrán, ni van a retroceder. A menos que nosotros avancemos con paso firme en otra dirección. 
Esto, que hoy parece una quimera, podrá realizarse mediante un amplio frente social y político, sin esperar que las formaciones de hoy lo hagan. 
La sociedad política española se corresponde al país de los últimos treinta y cinco años. De no cambiar en la emergencia su estructura molecular, generando nuevos programas y líderes desde la sociedad civil, nos aguarda morir con ella, fundando de hecho el ya naciente mapa de la exclusión. Injusto y prepotente; corrupto y violento.

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