En el
PP y su gobierno se acentúa la carrera al abismo. Los tramposos
presupuestos y su pomposo enunciado, comprendiendo la quita en las
pensiones y otras depredaciones que se unen a la viejas, se complementan
con el repago de un 10% para los medicamentos para los enfermos de
riesgo en los apartados del cáncer, la artrosis y otras malas yerbas.
Varias comunidades (algunas gobernadas por
el PP) se niegan a implementarlo, y parece difícil que el atentado
contra la salud pública- el más terrible de todos por la virtual condena
a muerte que escenifica para muchos pacientes- se perpetre. Sin
embargo, la insistencia en destruir la Seguridad Social, junto a la
educación pública y la investigación, denota el espíritu criminal de
quienes van al trapo. Por acción u omisión, la ruta del crimen avanza
como la marabunta. En Rajoy, su gabinete y la mayoría de legisladores
oficialistas se observan prácticas delictivas cada vez más flagrantes.
No es que a muchos sólo les corrompan el dinero y el poder. El valor
agregado del sadismo social, brinda a esta banda enrocada en su tramposa
mayoría absoluta, la licencia de desplegar su instinto más salvaje. Se
sienten impunes sus débiles rivales políticos, empezando por el señor
Rubalcaba (suerte de momia envejecida de Zapatero), quien, en vez de
enfrentar a la pandilla gobernante y su jefe, "ruega" a éste que no sea
"tan malo" con los enfermos de riesgo, olvidando que la creciente
pobreza en la que caen muchas familias, víctimas del paro, el desahucio y
la absoluta precariedad, conduce al trastorno, la enfermedad, y una
muerte prematura, mientras el pago de intereses anuales de la deuda
exterior, primado por Zapatero y el Rajoy "del llano" en la Constitución
(vulnerando sus principios más elementales), insumirá 40.000 millones
de euros. lsa nueva de podas constantes en las hucha de la Seguridad
Social, presagia su esfumatura a mediano plazo. Tras la misma llegará
una nueva carga de fuego graneado de los fusileros oficiales sobre los
pensionistas, y asalariados con pagas nuevamente congeladas.
No analizaré otra vez a los miembros de este gabinete bufo y siniestro. Tampoco a su principal actor.
A esta altura del evento les padecemos en carne propia desde hace dos
años. Me remito a señalar la falta absoluta de respeto por los derechos
conquistados durante décadas. Se los cargan todos, uno a uno sin
conmoverse en lo más mínimo. Encima mienten, con alevosía y gran
descaro. Siempre lo hicieron, empezado por las promesas preelectorales,
aunque ahora se nota mucho más. Eso sí, con las mentiras y la
prepotencia que ensayan sin cesar, crece el desprecio ciudadano.
Las mareas incesantes ocupando calles y plazas lo revelan. Que los
aludidos no se den por enterados de la gravedad de su situación es
propio de su naturaleza.
La Historia demuestra que los oganigramas
mentales del crimen persiguen en forma inconsciente el castigo social.
Puede que demore en llegar, pero en una forma u otra siempre lo hace. De
momento, el odio y la sonora, protesta de las víctimas son síntomas que
van cercando a los victimarios en su propia ratonera. Allí, por más que
no lo parezca, solo resta la cuenta atrás, que salde en sus propias
carnes las tantas pendientes.
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