Un basural cualquiera. A esto conduce la obediencia a la UE de Merkel por parte de varios países, entre ellos España.
Mientras
Rajoy promete una vez más lo que no cumplirá sobre la baja de
impuestos, su falso contrincante Rubalcaba sostiene "Que lo peor de la
crisis ha pasado, pese a las políticas de derecha". Tal para cuál en
este pleito "light"entre vendedores de baratijas. Es probable que la
recesión se haya detenido, pero la crisis sigue arreciando con más paro
y nuevas ventajas para los grandes y
medianos empresarios en materia de baja salarial. Uno de los grandes
destrozos en España no sólo afecta el previo Estado de Bienestar, sino a
la ocupación y los ingresos de los asalariados, cada vez más
precarizados gracias a la terrible Reforma Laboral. Tan "agresiva" como
Guindos anticipó en voz baja al canalla Oli Rehn en cierta junta
europea.
Los "mileuristas" de antaño son ahora las víctimas del
arbitrio patronal más descarado, pagando un 30'% menos, con el agregado
de cesar por monedas a cualquier empleado díscolo. En la crisis, el
terror económico opera encadenando bajas pagas con la opción de ir al
paro, sin remisión. Esta conquista asocial es un triunfo de Berlín,
Bruselas y este gobierno títere de estafadores políticos y económicos. A
la misma no sólo se pliega el PSOE, pionero en las lides durante el
penoso tramo final de Zapatero, sino la mayoría de las formaciones
políticas, empezando por CiU en Catalunya y el PNV en el País Vasco.
Nadie de ellos presenta otra alternativa viable que la de enjugar el
déficit que comporta la monstruosa deuda exterior y su pago más o menos
perentorio. Salir de Europa a estos burgueses carrinclones y
dependientes, les aterra tanto como pleitear con Merkel, su agencia de
Bruselas y los mercados, disputando el monto global de esa deuda
(pública y privada), junto a las quitas necesarias, a sabiendas de que
no es posible pagar el triple del PIB anual que suma su montante.
Conscientes de ello, acreedores y deudores con poder de decisión
procuran sangrar en lo posible a los asalariados, reduciendo el tamaño
del Estado y sus prestaciones sanitarias, educativas y jubilatorias,
mientras por la vía de tarifas en el área de servicios y consumo se
completa el expolio.
Pertenecer hoy a la Comunidad Europea y el
Euro significa para un país con débil tejido industrial, sin fuentes de
energía y un paro elevadísimo, lo que sucede aquí. Las recetas
destinadas a la juventud, desocupada y dependiente de sus mayores en más
de un 50%, es trabajar por pagas irrisorias, estudiar costeándose las
becas sabe Dios cómo, o irse al exterior. Para con los mayores de
cuarenta y cincuenta años cabe la obediencia laboral, el paro o la
virtual mendicidad. A los jubilados con pensión media o mínima les
aguarda un final más drástico en caso de enfermar: la muerte, sea por la
vía de las esperas en la atención, o la desesperación, que es una forma
de abandono vital que la precede.
Una de las formas de medir que la
crisis, lejos de remitir se ahonda, es la caída del consumo popular. El
tejido empresarial español, abrumadoramente compuesto por pequeñas
factorías de pocos trabajadores, no recibe créditos bancarios. Los
40.000 millones girados desde Bruselas se han destinado a pagar deudas,
no a impulsar la producción de bienes y el consumo. Las mentiras
constantes de Bañez y otros "mindundis" del gabinete y el partido son
evidencias tan incontrastables, como la naturaleza delictiva de esa
formación. Y tiro porque le toca al PSOE de los ERES.
Quizá el único
conglomerado a salvo de tanta mugre sea Izquierda Unida. Sin embargo,
su colateral catalana secunda el independentismo de CiU y ERC. Su co
gobierno en Andalucía tampoco es una pera en dulce. Así lo prueban el
movimiento asambleario y popular de Cañamero y Sánchez Gordillo. Por
ello, y a tenor de la política de parlamentarismo contumaz o la poco
clara posición ante la UE de Merkel y la moneda asimétrica, los hechos
siguen sin augurar un liderazgo perdurable a esta izquierda, situada en
la cola de movimientos sociales como el PAH y otros.
No hay por ende partido político en la España actual que ponga el pie en la realidad europea de hoy.
Vuelvo al origen de lo que se ponderó como ejemplo y sigue contaminando
la emergencia social: La Transición. Un fenómeno inevitable y
progresivo en su momento, que luego se perpetuó, al precio de enterrar
la memoria histórica en beneficio de una nueva oligarquía política,
empresarial y sindical. La crisis agiganta esa tragedia, invisible para
muchos ciudadanos durante décadas, y tan palpable hoy en el purgatorio
que padecemos, a un paso del Infierno.
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