Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

jueves, 26 de septiembre de 2013

VIVIR DE LAS APARIENCIAS

 
Rajoy en la ONU, fingiendo ser un estadista


El combate principal del señor Rajoy es aparentar, contra viento y marea, aquello que no es. No lo padecen en el exterior, sino puertas adentro. Casi todos le sufrimos desde hace casi dos años, menos sus funcionarios, esparcidos como teleñecos en las cortes, los espacios autonómicos y alcaldías. Afuera y lejos, volvió a desplegar el gran timador sus resonantes patrañas, como si fueran palomitas de maíz. También en otros lares-todo hay que decirlo- cuenta con adeptos. Son los que se benefician de la crisis, poderosos evasores fiscales, fondos buitres y etc. Todo esel conglomerado de propios y extraños le sostienen aún, encabezados por ese horrible engendro, cruza luterana con la Stasi y la gran especulación financiera, que es frau Merkel. 
Ella, con sus maneras enfundadas en sobriedad y la discreción del típico aparatchik, también aparenta lo que su alma cruel nos revela, desde que desembarcó an la cancillería del Reich. 
A ambos personajes, brotados de esta moderna pesadilla que vive el siglo XXI, les importa un carajo que los seres humanos sujetos a su mandato, vivan o mueran de hambre y prematuros males que dictan miseria y desesperación. Lo importante es explotarles a bajo coste, e irles sangrando. Para ellos, el esfuerzo ajeno y su aprovechamiento final lo es todo. En la autopista de la competencia salvaje no hay límites de velocidad. Son calvinistas, sin duda, pero calvinistas perversos de la ley de la selva, mentirosos y perdularios, ávidos de satisfacer a su clientela de votantes, ingenuos o no. 
La Alemania actual marca el ritmo de este nuevo desarrollo imponiendo la exportación de su propio modelo por la vía del ajuste fiscal, a países endeudados y políticamente huérfanos de líderes doitados de coraje y ganas de enfrentar el constante despojo. Asimilar el modo de producción y distribución de la Gran Alemania equivale, para muchos países, destruír cualquier vestigio de Estado social. El que Europa ensayó tras la Segunda Guerra Mundial; hoy de inverso recorrido.
Rajoy y el PP hacen los deberes en tal sentido; aunque el jefe de esta banda procure vender afuera, en la ONU o en cualquier parte, lo contrario de aquello que adentro perpetra. Intenta seguir viviendo de las apariencias, mientras la casa no se le caiga encima. Y evitar eso, en buen romance, no depende de él, ni de Merkel, sino de lo que hagamos nosotros...

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