Rajoy en la ONU, fingiendo ser un estadista
El
combate principal del señor Rajoy es aparentar, contra viento y marea,
aquello que no es. No lo padecen en el exterior, sino puertas adentro.
Casi todos le sufrimos desde hace casi dos años, menos sus funcionarios,
esparcidos como teleñecos en las cortes, los espacios autonómicos y
alcaldías. Afuera y lejos, volvió a desplegar el gran timador sus
resonantes patrañas, como si fueran palomitas de
maíz. También en otros lares-todo hay que decirlo- cuenta con adeptos.
Son los que se benefician de la crisis, poderosos evasores fiscales,
fondos buitres y etc. Todo esel conglomerado de propios y extraños le
sostienen aún, encabezados por ese horrible engendro, cruza luterana con
la Stasi y la gran especulación financiera, que es frau Merkel.
Ella, con sus maneras enfundadas en sobriedad y la discreción del típico
aparatchik, también aparenta lo que su alma cruel nos revela, desde que
desembarcó an la cancillería del Reich.
A ambos personajes,
brotados de esta moderna pesadilla que vive el siglo XXI, les importa
un carajo que los seres humanos sujetos a su mandato, vivan o mueran de
hambre y prematuros males que dictan miseria y desesperación. Lo
importante es explotarles a bajo coste, e irles sangrando. Para ellos,
el esfuerzo ajeno y su aprovechamiento final lo es todo. En la autopista
de la competencia salvaje no hay límites de velocidad. Son calvinistas,
sin duda, pero calvinistas perversos de la ley de la selva, mentirosos y
perdularios, ávidos de satisfacer a su clientela de votantes, ingenuos o
no.
La Alemania actual marca el ritmo de este nuevo desarrollo
imponiendo la exportación de su propio modelo por la vía del ajuste
fiscal, a países endeudados y políticamente huérfanos de líderes
doitados de coraje y ganas de enfrentar el constante despojo. Asimilar
el modo de producción y distribución de la Gran Alemania equivale, para
muchos países, destruír cualquier vestigio de Estado social. El que
Europa ensayó tras la Segunda Guerra Mundial; hoy de inverso recorrido.
Rajoy y el PP hacen los deberes en tal sentido; aunque el jefe de esta
banda procure vender afuera, en la ONU o en cualquier parte, lo
contrario de aquello que adentro perpetra. Intenta seguir viviendo de
las apariencias, mientras la casa no se le caiga encima. Y evitar eso,
en buen romance, no depende de él, ni de Merkel, sino de lo que hagamos
nosotros...
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