Mariano Rajoy: hombre místico, presidente de turno y devoto apóstol del PP
Son varias las razones que acreditan la supervivencia de este pésimo gobierno y su cabeza visible, Mariano Rajoy.
En los entresijos de poder y su equilibrio, siempre al borde del abismo
por la paulatina reacción social y los casos de corrupción, se destaca
la conducción de este presidente y jefe partidario, siempre dispuesto al
amparo de su tropa en todos los frentes de guerra abiertos;
empezando por el gabinete y sus integrantes, cuestionados al unísono en
el desempeño, entre cruel y patético de sus funciones.
El caso de
Ana Mato, sobradamente incapaz de justificar nada de lo que vincula su
inmediato pasado a la trama Gürtel, es tal vez el más clamoroso; aunque
el palmarés de la impopularidad se lo lleve el tan bien detestado José
Ignacio Wert; seguido de Alberto Ruíz Gallardón, el poco energético y
envarado Soria, un MarCallo fatuo y liante que roza el delirio imperial,
o la ministra de las rebajas y rercortes, Fátima Báñez, devota de la
Vírgen del Rocío y la precariedad intelectual. Últimamente, tras el
desastre ferroviario de Santiago de Compostela, se han lucido la
ministra de Fomento Ana Pastor y el barbado Arias Cañete, el yantador de
yogures caducados; ansioso por largarse a Bruselas. Pero sin lugar a
dudas, los Zipi y Zape de este elenco arrancado de una comedia bufa, y a
la vez sangrienta, son Luis de Guindos y Cristobal Montoro, los
supernumerarios de la cuadratura económica imposible.
Ya he
mencionado a la señora Sáenz de Santamaría como el bonsai de confinza
del gallego de Santa Pola. Pese a la ristra de fracasos y desligitimación
pública de cada uno de los personajes, siguen en sus puestos, gracias
al imperturbable Rajoy.
Hacia el aparato partidario también destina
el último su halo protector de falso hombre bueno y eficiente
componedor. Desde la diferida Cospedal hasta el último mono que habita el cuartel de
Génova, reciben dosis impresionantes de "cariño". A menudo en contante y sonante.
Así definía
hasta no hace mucho el expatriado del Paraíso pepero Luis Bárcenas, la
calidad sentimental del jefe supremo. Sabe que, dentro de sus cada vez
más estrechas posibilidades Mariano le aguantó la vela; hasta el extremo
de afirmar "que nadie podría jamás probar que no era inocente de los
cargos que se el imputaban desde el 2009", girándole incluso, esos
póstumos SMS de aliento, tan comprometedores. Igual conducta administró
antes con Jaume Matas, el valenciano Francisco Camps, Fabra el longevo
cacique de Castellón, y toda suerte de imputados en casos de corrupción,
que en el País Valencia (epicentro de la trama) superan los 200.
Estas artes de sumar contra viento y marea y hasta el final a los suyos, resistiendo cualquier evidencia de delito, es el factor clave de la fidelidad política; aunque poco y nada tengan
que ver con la ética. Si el Partido Popular sobrevivió sin descomponerse
durante 35 años, mediante financiación irregular, sumándole el timo
constante a Hacienda, que somos todos, fue por esa defensa contumaz de
sus huestes. El fundador Fraga Iribarne, y luego el hoy vigoréxico Aznar observaron esa
conducta invariable, llevada al extremo en tiempos de crisis por Mariano
Rajoy.
Incluso, hasta puede entenderse que las críticas de la
ambiciosa Esperanza Aguirre sean menos rupturistas que erosionantes con
quien hoy corta el bacalao.
Que huela a podrido y pocos quieran
comérselo exime al plantel de cocineros, cohesionado por la mayoría
absoluta de viejos votos, y el miedo a perder el estado de gracia que
destila la fortuna del poder, representando los intereses locales y
foráneos de la derecha europea.
Rajoy es para ellos un perfecto
instrumento de cohesión: la gallina que da de comer a sus polluelos, y a
las restantes aves carroñeras que surcan el cielo continental, a base
de expolio, mentiras vergonzantes, y estafas, politicas y sociales,
extendidas como un talón en blanco por mandato de Bruselas, Berlín y el
FMI, hasta dónde aguanten los ciudadanos.
Durante muchos años
Salvatore Lucania, alias "Lucky " Luciano, cohesionó a las familias de
la mafia, hasta entonces a la greña, estableciendo leyes y
procedimientos acuerdistas que le permitieron sobrevivir en los EEUU. Fue
un modelo a imitar por mafias políticas en todo Occidente. A Luciano y sus compadres le deben los italianos el diseño de sus formaciones en la posguerra, infiltrando a los partidos de derecha y centro.La España posfranquista no se libró de esa gravosa herencia...
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