DIEGO JUNTO A SUS COMPAÑEROS DURANTE LA EXPROPIACIÓN EN CARREFOUR
La
tasa de paro en Andalucía duplica la del Estado sin que algunas medidas
de la junta PSOE/IU aligeren la cifra, prisionera de una política de
presupuestos que regentean Montoro y Guindos según órdenes de Berlín y
Bruselas, digeridas por el corrupto partido y su desgobierno. Ayer el
sindicato agrario de Diego Cañamero y Sánchez Gordillo resolvió
expropiar doce carros de últiles
escolares en Carrefour, al tiempo que el Gobierno y sus cómplices de
"izquierda" pesoeros, ponían el grito en el cielo. En La Sexta y La
Cuatro, cadenas supuestamente independientes, sus tertulianos condenaron
esta acción, "violadora de la propiedad privada", según el crumiro de
"El Mundo", Rubén Amón. Desde luego me privé de sintonizar
"Intereconomía", esa abyecta invención de la caverna protofranquista,
pero es, no nos engañemos, la burguesía española en pleno la que
administra esa opinión. Sus bancos y grandes empresas han privatizado la
riqueza, monopolizando los tres poderes del Estado. Si alguien creía en
la independencia del poder judicial, los más recientes eventos de los
casos Palmarena, Gürtel y Bárcenas demuestran lo contrario. La acción
del sindicato andaluz difiere de los saqueos espontáneos en Argentina
durante el Gobierno Alfonsín y el posterior de De la Rúa. Aquí no hubo
ladrones infiltrados ni provocadores, fue una decisión asamblearia
basamentada en la ausencia de justicia social ante los auténticos
chorizos y depredadores que, a cara descubierta y bajo el amparo de
gobernantes, legisladores y jueces roban dinero público mediante
recortes y estafas, sumergiendo en la miseria y la indefensión a amplias
capas de la población.
Ciegos ante una realidad que tarde o
temprano les dará de lleno, olvidan que sin justicia social y auténtica
democracia, de la que se lleva al plato; aquella que vela por la salud
pública, educando a niños y formando jóvenes capaces de liderar el
inmediato futuro, o amparando pensionistas que han labrado duramente la
grandeza de la nación, pese al franquismo y sus fallidos herederos, no
hay leyes y gobierno que duren mucho.
Cañamero, Sanchez Gordillo y
los suyos lo saben y, en consecuencia desarrollaron esta pequeña
protesta redistributiva imponiendo un poco de justicia. De ella, cuyo
valor simbólico supera lo expropiado, debieran aprender los señores de
UGT y CCOO, apoltronados en sus licencias sindicales y privilegios.
Sólo desde la pequeñez moral de un torcido instinto de clase es
posible criticar a estos dignos, honrados y valientes andaluces,
salvando por demás a los causantes del actual desastre español.
Son los de arriba, no los de abajo. En los segundos -a ellos pertenece esta pluma-, cifro mi esperanza...
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