En épocas de crisis y catástrofes, las sociedades rastrean nuevas alternativas que reflejen los grandes impulsos colectivos para salir a flote.
La debacle económica en los EEUU y su reflejo exterior en el campo militar (Irak Afganistán) y las nuevas y viejas tensiones con países emergentes (Irán, Rusia) se ha unido a una peligrosa polarización social, debilitando el tradicional equilibrio impuesto por la mayoritaria clase media.
Ante el descalabro inmobiliario, el precio del barril petrolero y los alimentos, el crecimiento del paro, la extendida miseria y el miedo al mañana, son los norteamericanos de esta clase en peligro quienes presionan desde la base misma y aledaños en los dos grandes partidos, imponiendo nuevas figuras que los reflejen en la escena electoral.
A la hora del relevo que libere a la nación de un personaje nefasto como George Walker Bush, los demócratas jugaron la carta del periférico mulato Barack Obama. El desgaste que significó la larga pugna con la derrotada Hillary Clinton, intenta ser aprovechado reforzando el ticket presidenciable de John McCain por parte de los republicanos, mediante la atractiva cuarentona Sarah Palin, madre de cinco hijos, mujer de sanas costumbres conservadoras y Gobernadora de Alaska.
Estado oficialmente reconocido desde enero de 1959, ocupa 1.717.854 km, y a pesar de no acreditar fronteras con ningún otro Estado de la Unión (sí con Canadá), es el más grande de todos. Sin embargo razones climáticas y de habitabilidad remiten su población a algo menos de 700.000 almas.
El territorio de Alaska posee oro negro en cantidad, suministrándolo al concierto estatal mediante un oleoducto que utiliza soportes verticales, sometidos por efectos del cambio climático a una mengua constante en su estabilidad. En los últimos 30 años el clima aumentó tres grados centígrados, preveyéndose nuevos avances.
En ese periodo Sarah Palin, nacida en Idaho y alaskeana por traslado familiar desde los tres meses de edad, se graduó en la universidad, fue reina de belleza por un condado, se casó con su fornido compañero de estudios y concibió cinco hijos (la mayor embarazada en la soltería, aunque a punto de casarse; el más pequeño con síndrome de Dawn), mientras desarrollaba una carrera política que hace un tiempo le permitió acceder a la gobernación del Estado.
Sabemos que sus ideas en política son extremadamente conservadoras, y que además de practicar deportes a la par de su marido, sale a cazar y maneja muy bien el rifle.
A diferencia de la Clinton, adecentada por la cirugía, unas dietas forzosas y buenos asesores de imagen, la Palin sin ser bella, es naturalmente atractiva, la ropa le cae bien y se conserva en forma. Sin embargo, en materia de cultura, talento y dominio de las ciencias políticas, la ex Primera Dama resulta incomparablemente superior.
La candidata republicana a vicepresidir la nación gobierna un estado de la periferia, siendo periférica ella misma. Las considerables distancias en probable impacto electoral que la separan del también periférico, aunque carismático y esperanzador Obama -impuesto al fin contra la oligarquía congresual que apostaba por Hillary-, destacan en cambio su credo religioso y machaconamente conservador.
En realidad los oligarcas republicanos la tomaron prestada de un cierto anonimato ante el desgaste político propio, y la crisis de identidad que sufre el país, ofreciendo a sus votantes poco más que una próspera y corcona ama de casa; la moderna maruja de las nieves, surgida de la clase media y cabeza estadual de un gran territorio rico en petróleo y amenazado por el cambio climático, que para colmo relativiza en importancia política un módico caudal de votantes.
No obstante Palin -que horas atrás dio una muestra gratis de su tosquedad emocional amenazando por lo de Georgia a Rusia (visible desde alguna isla de Alaska)- refuerza al héroe de guerra McCain (afectado por cáncer de piel y algo avejentado para sus años) ante parte de un electorado femenino que hubiese sufragado por la Clinton; respaldando únicamente a Obama, si ella y no el canijo senador Biden figurase en el ticket de vice.
La paradoja del destino lleva a que el audaz descendiente de negro y blanca y la belicosa hija adoptiva de Alaska (en sintonía con la brutalidad de Bush) sean las atracciones de la inminente compulsa, ante la baja densidad de McCain y Biden, tradicionales miembros del establishment, muy bien vistos en las cumbres de Washington y Wall Street.
Los desastres financieros de esta nueva crisis mundial, superior quizá en magnitud y extensión a la que despuntó en el ´29, hicieron posible que un senador sin respaldo en las cumbres y una rudimentaria matrona de provincias galvanicen hoy la opinión pública mundial (quebrando los consabidos prejuicios raciales y tabúes antifeministas que, en los EEUU vedaban la aspiración a ciertos cargos) ante las elecciones presidenciales a celebrarse en el país más poderoso del planeta.
Hasta hoy, mal que bien continúa siéndolo. A partir de noviembre, veremos...
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