DeMille rodó éste, su primer filme, a finales de 1913. Fue un exitazo que le consolidó ante sus socios y el público.
El Fugitivo es la historia de un noble británico del cuerpo de Lanceros que asume el robo de otro aristócrata -marido de la mujer que ama- e intentando proteger su reputación se fuga al Oeste americano. Allí se transforma en propietario de un Rancho y termina conviviendo con una india, que le hace padre de un pequeño mestizo.
Las cosas se complican cuando ella ultima a un cuatrero bravucón que amenazaba al protagonista, y el alguacil del condado quiere encerrarla. El ranchero inglés, paradigma de virtud y absolutamente americanizado, será salvado de nuevo por su fiel compañera, a punto de perecer en un pozo nevado que emite gases venenosos. De forma tal que su gratitud para con ella es absoluta.
En el ínterin el verdadero ladrón ha viajado junto a su mujer al Oeste, topándose con el fugitivo, tras lo cual, el primero tiene a bien de despeñarse mortalmente, confesándose autor del robo mediante una nota guardada en su chaqueta. La segunda muerte importante radica en el suicidio de la india (pecado mortal que la industria vetará más tarde). Impulsada por la vocación de servicio de una raza derrotada en Wounded Knee, quiso dejarle libre para que realice su paternidad del pequeño junto a la viuda inglesa.
La imagen última del relato enfoca al protagonista abrazando el cadáver.
"Ha muerto una madre"- dirá.
En el reparto de la cinta destaca su primitivo astro de entonces, Dustin Farnum; algo entrado en carnes y de calvicie mal disimulada. Le escoltan Monroe Salisbury (el ladrón), la menuda y nada glamorosa Winifred Kingston (su mujer y objeto de deseo de Dustin) y la chaparreta Red Wing (una genuina intérprete de piel rojiza, contrariamente a lo que Hollywood hará después maquillando a actrices blancas y estilizadas en el desempeño).
Si bien la copia es nítida, hay ciertos cortes e incoherencias en su metraje. Se extrañan intertítulos que aclaren parlamentos gestuales (a todas luces insuficientes) y sobra el olor a naftalina. Pero sin duda se trata de un documento importante en la historia del cine y sumándole el factor al propio mérito del filme se visiona con arqueológico interés.
Como detalle revelador de la minuciosidad con que DeMille encaraba sus productos, volvió a rodar dos nuevas versiones de El fugitivo.
La primera, con más experiencia, refinamiento y medios a su disposición, cuatro años después empleando al más atractivo Elliott Dexter, secundado por Jack Holt, Anne Little y Khaterine MacDonald en los roles principales. En la segunda y ya sonorizada versión de 1931, introduciendo a Warner Baxter, Paul Cavanagh, la mexicana Lupe Vélez (como glamurosa india de turno) y la bella Eleanor Boardman.
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