Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

viernes, 26 de septiembre de 2008

LOS QUE ESCARBARON AYER,Y LOS QUE ESCARBAN HOY

En la mañana escucho a un Losantos moderado, en relación con el pasado inmediato y sus recientes frutos condenatorios.

De pronto, al mencionar el rescate de los despojos republicanos, le brota lo que le piden el cuerpo y la sangre envenenada.

"A instancias de [el Juez] Garzón, éstos escarban el monte".

Si, para desenterrar los restos de seres queridos vilmente asesinados por el fascismo.

Los que ayer escarbaron el monte lo hicieron para ocultar crímenes. Quienes hoy lo escarban desnudan la infamia de los que, obedeciendo el mandato de señoritos y curas intentaron borrar la huella de quienes cayeron defendiendo un Gobierno elegido por la mayoría de los españoles.

Losantos, Ramírez y sus cortesanos no cambiarán; a menos que el cambio signifique una nueva y más profunda regresión en talante e ideología.

Para mal de los personajes, el enfoque del ayer en España está cambiando. En ello cuentan la voluntad y el empeño, abriendo necesarios surcos en la memoria.

El triste tigre de la Cope pretendió minimizar la exhumación de fosas comunes, remitiéndola a un término que se aplica a cantidad de propósitos; no a ése.

Su burdo intento de ridiculizar esta indetenible búsqueda de la verdad tampoco es nueva.

Nació con él y se expandió -mediando éste y otros asuntos-, con expreso sostén de la Conferencia Episcopal; especialmente interesada en dejar los cadáveres en su sitio; beatificando los que le corresponden, con ayuda de Ratzinger.

El Ejército de Franco, avituallado por Alemania e Italia mediante armas y soldados, perpetraron un genocidio poco esclarecido y localizado en su magnitud.

Sabemos empero, que los victimarios contaron en su momento con nutridas bendiciones curiales. En cambio, las víctimas fueron entregadas a la profundidad del monte en toda España, sin bendición alguna.

Hoy, sus deudos recuperan poco a poco esos despojos, dándoles sepultura, o la incineración que disponen las leyes.

Perece lógico que ante cualquier acto de justicia mirando el pasado, estos embozados nostálgicos del fascismo clerical se inquieten y graznen desde la caverna.

Es que un pasado libre de fantasmas atenta contra cualquier mentira del presente.

Y a ellos, los tan cerriles, se les conoce por no parar de mentir...







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