Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

miércoles, 26 de septiembre de 2007

LENGUA DE TRAPO

Organismos oficiales catalanes -en concreto, Catalunya Radio y TV3- han resuelto prescindir de valiosos concursos. ¿Motivos? No saber hablar catalán. La escritora uruguaya Cristina Peri Rossi, expulsada del paraninfo por el celo nacionalista de los guardianes del idioma vernáculo, les acusa de atacar la libertad de expresión. Nada más cierto; con un agravante: no andamos sobrados de cultura. Nos falta como el aire, y medio asfixiados, los que de ella tienen pobre noción nos la escamotean aún más.


Rafael, un amigo escritor que enseña lengua castellana en un instituto secundario del Solsonés, me decía hoy, en medio de dos tazas de café y una charla sobre escritos, escritores y la creciente mengua de público lector.


"Llegaremos a la profecía de Fahrenheit. Unos años más y quemarán los libros. Los escritos en catalán también."
Ahora le toca el turno a las voces de la cultura. El pretexto es el nacionalismo en su versión cutre.


Rafael y yo nacimos bilingües, en esta tierra y sus alrededores, y de una forma u otra nos sentimos desfallecer aquí mismo, de anemia cultural. La voz de Cristina, con la que muchos uruguayos y españoles aprendieron a llenar renglones con inspiración, estimula nuestra indignación. Llover sobre mojado favorece la inundación en un terreno ya devastado. Creemos que una lengua es parte de la cultura y acordamos en que, de ser posible, todos la utilicemos. Pero si vaciamos de contenido ético y cultural nuestra lengua; será de trapo.


Hace algún tiempo, Rosa Regás respondió al interrogante de no escribir en catalán, explicando que se había educado en castellano, y a él respondía su letra escrita, sin desmedro de una buena fonética en el idioma.


Rosa también llena renglones en francés (su lengua materna). Cristina lo hace en castellano. Con los años adaptó su fonética charrúa al español de España. Su amor por Catalunya está tan fuera de duda como el de Rosa, el mío (formado en Sudamérica) y el del cultísimo Rafael; el escritor y docente que me habló de Fahrenheit esta mañana soleada en el Solsonés.


Por ahora, el trapo de nuestra lengua no está empapado en keroseno.


Pero con medidas tan gravosas para el futuro cultural, se van arrimando los bidones. Encender el fuego, queridos compatriotas, despóticos señores, es cosa de pirómanos.
Y mal que pese a nuestra pobre ilustración, los segundos, en nombre de los primeros vais camino a cumplimentar el oficio.

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