La justicia española acaba de acordar la extradición de Rodolfo Almirón, uno de los principales matarifes de la siniestra Triple A; inquietud del último Juan Perón, realizada por su mucamo José López Rega, con el fin de saldar cuentas por "caja chica" con la izquierda; armada o no.
Por todos conocido, el caso de esta organización criminal, motorizada desde el Ministerio de Bienestar Social por el último, con ayuda de la derecha sindical, algunos jefes policiales y un nutrido pelotón de pistoleros profesionales, no ha sido explorado convenientemente. Durante el gobierno del radical Raúl Alfonsín se extraditó con éxito a López Rega, capturado en el exterior por la CIA y muerto años después en la cárcel.
¿Qué resultado práctico, en materia de información reportó el enjaulado "Brujo"?
Ninguno...
Si hubo interrogatorios, no asomaron trascendidos. Oscuros intereses y pactos políticos, realizados entre gallos y medianoche, operaron en tal sentido. Las fuerzas sindicales y caciquiles del peronismo obtuvieron un triunfo, gracias al silencio del presidente democrático, jaqueado con frecuencia por paros generales y algunos Generales, en paro o activos, y entonces muy levantiscos jaleando a los coroneles de siempre.
Con la capitulante "Ley de Punto Final", que en base a la "obediencia debida" dejó sueltos a tantos asesinos comprometidos con la represión -durante la rentré de Perón y sus entenados-, se ahondó el silencio sobre la Alianza Anticomunista Argentina. El peronista Menem intentó conformar a tirios y troyanos amnistiando a todo el mundo. Y de momento, la maniobra dio resultado. Pero la crisis económica, precipitada por la prolongada dolarización de la economía y el estrepitoso fracaso del gobierno centroizquierdista que lo sucedió, hasta el colapso final, reavivó las viejas heridas.
Una de las pocas virtudes del Presidente Kirchner consistió en reabrir procesos y encarcelar fieras sueltas. Tiene algunas alrededor; aunque al peronismo no se le pueda exigir lo inexigible a causa de su espontánea anemia democrática.
La extradición de Almirón, ajustada en términos de condena a las leyes españolas en el territorio argentino, es de justicia. Sin embargo, sobre los frutos concretos de la medida se ciernen sombras de duda.
¿Le interrogarán a fondo durante el juicio; o será ésta una nueva boutade silenciosa, urdida esta vez, por otro mandatario devoto del General?
A modo de preámbulo en el nuevo misterio, hoy se cumple un año del secuestro y desaparición del albañil Julio López; un activista de los derechos humanos con antecedentes de cárcel y torturas durante el llamado "Proceso". Tras intensa búsqueda y gran agitación en los medios, no se dio con su paradero. Los restos hirvientes de los comandos de ultraderecha siguen activos. Almirón, víctima lógica de una enfermedad mental que no impide su forzado regreso a Buenos Aires, ya no está entre ellos, pero su instinto criminal tiene descendencia en la Argentina de hoy.
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