Con 94 años se fue Jane Wyman.
La ex de Ronald Reagan empezó como segundona en la Warner Bros., durante los ´30. Su juventud de entonces le daba un aire graciosillo, que explotó un peñacho de tinte claro en varias cintas "B". Su casorio con Reagan, que era otro secundario sin futuro, fue simétrico. En la siguiente década intervino junto a Ray Milland en Días sin huella (The Lost Week End). Era la noviecita que luchaba junto a él contra el alcohol. Dos años después ganó el "Oscar" interpretando a la mudita violada por un malvado y rescatada por Lew Ayres, en Belinda (Johhny Belinda. Que la estatuilla no le brindase un crepúsculo artístico resplandeciente, fue culpa de su baja condición dramática, incesantes papeles livianos y una madurez que empezaba a endurecer sus rasgos, dispuestos en una cabeza pequeña, y semejantes a los de una ciruela. Con Rock Hudson vivió un romance por cuenta de Douglas Sirk, en Sublime obsesión (Magnificent Obsession; remake inferior, pese al technicolor y Sirk, a la rodada 19 años antes por John M. Stahl, con Irene Dunne y Robert Taylor, otro palomo cojo en la vena guapera del malogrado Hudson.
El rastro de la Wyman se perdió en alguna serie de fama en la TV(Falcon Crest) -como corresponde a las viejas glorias-, dejando atrás cuatro matrimonios, algunos hijos, y mediocres películas poco sujetas a revisión.
A su manera, ella y su ex marido triunfaron. Una en el cine; el otro en la Casa Blanca. Ambos estuvieron por debajo de los grandes, en uno y otro campo. La falta de clase no les impidió llegar al segundo escalón de la cumbre.
A diferencia de las espléndidas damas que la precedieron, no se la recordará a menudo.
Creo que con Kate Hepburn se murieron todas de golpe.
El rastro de la Wyman se perdió en alguna serie de fama en la TV(Falcon Crest) -como corresponde a las viejas glorias-, dejando atrás cuatro matrimonios, algunos hijos, y mediocres películas poco sujetas a revisión.
A su manera, ella y su ex marido triunfaron. Una en el cine; el otro en la Casa Blanca. Ambos estuvieron por debajo de los grandes, en uno y otro campo. La falta de clase no les impidió llegar al segundo escalón de la cumbre.
A diferencia de las espléndidas damas que la precedieron, no se la recordará a menudo.
Creo que con Kate Hepburn se murieron todas de golpe.
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