En medio de enajenación patrimonial, social y moral semejante, no es desatino volver a la patria, descartando asociaciones que, de hecho la niegan. La postración española, griega, portuguesa o las de Irlanda e Italia, requieren un cambio de rumbo absoluto. Desde la noción empresarial, hasta la sindical y gubernativa en todos los campos posibles cabe reformar, en sentido contrario a lo que se pretende desde Berlín y Bruselas, primando el pago imposible de una deuda que requiere importantes quitas, no podas constantes del Estado Social, y los salarios o pensiones, mientras de paso se estrechan las libertades y cunden las estafas "legales" y los desahucios judiciales, negando claros preceptos constitucionales, y hasta edictos comunitarios del pasado reciente.
De hecho, el neoliberalismo continental, encabezado por Alemania, se apropió de la idea de Europa, usurpando valores previos en desarrollo a cambio de instalarnos, mediante el tradicional sufragio de listas cerradas y las promesas incumplidas de sus beneficiarios, un Estatuto del Coloniaje, ejecutado por sirvientes logreros, brutos y corrompidos.
El actual Gobierno español, cúmulo de grotescos que semejan brotar de una pesadilla, proyecta como pocos del área sureña este amplio muestrario de miseria moral, y saqueo material.
Se realiza en nombre del pago de la deuda exterior. De paso ellos se forran, encanallando esta sociedad. Todo el mundo lo sabe, aunque aquí muchos lo toleren antes de caer en la rodada.
Paneuropeísmo le llaman a esta carnicería global de cuerpos, almas y valores humanos, impuesto por la nueva casta de cipayos en Bruselas, tan obedecida por los malvados y cobardes tras la monumental estafa política infligida a sus ciudadanos desde el ejercicio del poder.
El auténtico amor a la tierra, parche batido hasta las heces en el conflicto de Gibraltar, no puede ser otro amor que el de las gentes que en ella vivimos, mejorando lo que otras generaciones legaron.
El viejo franquismo disfrazaba su servidumbre con un patriotismo arcaico que sólo beneficiaba a la oligarquía local y su propia dictadura.
Los nietos de aquellos inmigrantes que caracterizaron el horror represivo y material, partiendo en procura de un mejor futuro, vuelven a manifestar síntomas equivalentes hoy, ante el paro de seis millones y el colapso económico.
La Corona, el PP y Rajoy heredan ese espectral graznido de cuervo en nombre de la Europa criminal del Bundesbank y el Euro, proceder que cuenta, envuelto en afeites, con la complicidad del PSOE y los nacionalismos periféricos.
Organizarse política y programaticamente en Frente Social contra ese complot que facilitan la circunstancia histórica y la maldad de unos cuantos, representa un imperativo.
Otra providencia comporta, más que mentirnos, aceptar la estafa del coloniaje y su siniestro Estatuto: padadigmas de la esclavitud continental en el siglo XXI.
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