La
mayoría de los españoles no han caído en la cuenta de que esto es una
guerra, en la que si tú no golpeas, lo hace el enemigo. El día que lo
entiendan quizá sea tarde para recuperar lo perdido en estos terribles
años.
De momento, sectores juveniles lo intuyen y emigran, en pos
de nuevos horizontes. Para los mayores, en paro o con pensiones
devaluadas por los impuestos crecientes, no puede ser más negra la perspectiva.
Quizá el miedo a otra guerra civil controle muchos ímpetus,
desconociendo esta nueva forma de combate político y social librada en
toda Europa. Que, de mantenerse en los términos presentes sin que una
gran movilización popular ponga las cosas en su sitio, a los asesinos
fuera del poder y sometidos a juicio con cargos varios -desde la
enajenación del patrimonio y los tributos nacionales, hasta el saqueo de
los mismos en provecho propio-, el destino presagia definitivas
fronteras entre las minorías del privilegio y una gran mayoría de
esclavos, mendigos y suicidas.
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