Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

jueves, 1 de agosto de 2013

EL PRESIDENTE MENGUANTE



Poco importa conservar una tropa activa y en guardia cuando el tifus se esparce como la sal entre sus filas. En la antigüedad era el peor enemigo por lo imprevisto de su accionar silencioso y letal.
Hoy, en el pleno siglo XXI de España, el PP de Mariano Rajoy es la tropa infectada sin remisión. 
De poco vale el paripé de parvulario desplegado en la víspera entre el jefe y los suyos, haciendo de la corrupta complicidad que reina entre sus barones y Luis Bárcenas, el fruto de un engaño a los primeros por el contable mayor, en su persona. En recientes fechas y tras más de veinte años compartiendo babas, sobres, regia estancia en este mundo y gran descaro, Rajoy cayó en la cuenta de que el otro era un miserable. Especialmente peligroso... 
"Me equivoqué con él", confesó sin amago de contrición, desestimando renunciar al cargo en el hemiciclo senatorial, apenas ayer.
En ese Ejército depredador, último legado del franquismo a la vida política local, nadie se engaña. La meta es llegar a la cumbre de la baronía, saquear al prójimo y de paso vivir bien; o si se quiere cambiando el órden de los conceptos.
El PP no detenta el copyright de la corrupción política, lo sabemos. Pero la herencia recibida ha pesado más que la noción democrática de competir, respetando menos que otros los principios morales en ese terreno. 
El actual Gobierno y su cabeza visible se manifiestan en la presente crisis económica y social, como auténticos opresores del débil en alianza con los poderosos.
Tampoco constituye en la Europa actual ejemplo único del perverso comportamiento; sí luce en cambio el peor ejemplo comparativo. Jamás en los últimos 35 años se ha observado en este pobre país, gentes de Estado tan poco pulimentadas, feroces e insensibles. 
Rajoy, veterano en las lides, las resume a todas desde su propia patología e impedimentos. Por esa razón, el resto de la tropa, local y territorial, se aferra al poco dotado general, suerte de Virrey local de Angela Merkel & cía, mientras el equivalente del tifus, probado en la demoledora pérdida de apoyo ciudadano, avanza imparable. 
A la larga, siempre es lo que decide cuando aún existe el Estado de Derecho, por más deteriorado que esté. Y el problema que hoy acorta el tramo final es justamente lo que ayer desveló la forzada comparecencia, en un jefe tocado y Presidente menguante, que ha pasado a gobernar en solitario para su apestado Ejército, y los pocos votantes que le quedan...

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