Poco
importa conservar una tropa activa y en guardia cuando el tifus se
esparce como la sal entre sus filas. En la antigüedad era el peor
enemigo por lo imprevisto de su accionar silencioso y letal.
Hoy, en el pleno siglo XXI de España, el PP de Mariano Rajoy es la tropa infectada sin remisión.
De poco vale el paripé de parvulario desplegado en la víspera entre el jefe y los suyos,
haciendo de la corrupta complicidad que reina entre sus barones y Luis
Bárcenas, el fruto de un engaño a los primeros por el contable mayor, en
su persona. En recientes fechas y tras más de veinte años compartiendo
babas, sobres, regia estancia en este mundo y gran descaro, Rajoy cayó
en la cuenta de que el otro era un miserable. Especialmente peligroso...
"Me
equivoqué con él", confesó sin amago de contrición, desestimando
renunciar al cargo en el hemiciclo senatorial, apenas ayer.
En ese
Ejército depredador, último legado del franquismo a la vida política
local, nadie se engaña. La meta es llegar a la cumbre de la baronía,
saquear al prójimo y de paso vivir bien; o si se quiere cambiando el
órden de los conceptos.
El PP no detenta el copyright de la
corrupción política, lo sabemos. Pero la herencia recibida ha pesado más
que la noción democrática de competir, respetando menos que otros los
principios morales en ese terreno.
El actual Gobierno y su cabeza
visible se manifiestan en la presente crisis económica y social, como
auténticos opresores del débil en alianza con los poderosos.
Tampoco
constituye en la Europa actual ejemplo único del perverso
comportamiento; sí luce en cambio el peor ejemplo comparativo. Jamás en
los últimos 35 años se ha observado en este pobre país, gentes de Estado
tan poco pulimentadas, feroces e insensibles.
Rajoy, veterano en
las lides, las resume a todas desde su propia patología e impedimentos.
Por esa razón, el resto de la tropa, local y territorial, se aferra al
poco dotado general, suerte de Virrey local de Angela Merkel & cía,
mientras el equivalente del tifus, probado en la demoledora pérdida de
apoyo ciudadano, avanza imparable.
A la larga, siempre es lo que
decide cuando aún existe el Estado de Derecho, por más deteriorado que
esté. Y el problema que hoy acorta el tramo final es justamente lo que
ayer desveló la forzada comparecencia, en un jefe tocado y Presidente
menguante, que ha pasado a gobernar en solitario para su apestado
Ejército, y los pocos votantes que le quedan...
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