Cargando los fardos más pesados. Igual que el caballo.
España
pasó, al igual que Grecia, Portugal, Irlanda e Italia, de la
interdependencia europea, a una dependencia comunitaria con eje en el
imperio alemán y sus reglas del juego.
Lo que faltó al PSOE, UPyD e
Izquierda Unida durante la comparecencia del impresentable Rajoy, fue
aclarar que somos un país vasallo y sujeto al carro de esta UE. Cayo
Lara (especialmente brillante) y Coscubiela fueron quienes más se arrimaron a esa realidad continental.
Toda esa corrupción avariciosa del PP y la lenidad de los socialistas,
se enmarcan en la otra condición que preside el desastre español. La
oligarquía nos gobierna desde sus dos grandes partidos en los últimos
treinta y cinco años. El enorme montante de la deuda exterior, agravada
por la integración en la eurozona y la prioridad constitucional del pago
a los acreedores, determina el pavoroso empobrecimiento local.
El FMI y sus recetas sangrantes ahondan el sendero dependiente y objetivamente criminal.
La previsible caída del señor Rajoy no frenará esta debacle. Será una
reivindicación popular de trocha corta, en vista de lo poco lúcidas e
independientes que son nuestras formaciones políticas. Ya Rubalcaba
& Cía proponen que el PP sea quien sustituya al espantajo una vez
renunciado, por otro de igual condición. IU pide en cambio el fin de la
legislatura y una nueva ronda electoral.
Es la mejor propuesta. Que
no resolverá el problema esencial sin un programa que rompa amarras con
el paneuropeísmo; esa versión mercenaria y oligárquica que tanto nos
daña, al sujetar nuestros esfuerzos a una moneda asimétrica y el
reconocimiento de la deuda privada, sin necesarias quitas al imposible
pago del montante público.
El núcleo del drama que nos agobia y
machaca, radica en que la sociedad española está a años luz de esta
consciencia global de su propia crisis.
El paneuropeísmo es el
virus que impide sanar el cuerpo enfermo. La ilusión de una Europa
unida, tras siglos de guerras y destrucción encarnizadas, proyecta un
espejismo; a menos que, frente a esta brutal crisis social y económica,
donde la moral pública y privada se deslizan juntas por el vertedero,
hablemos con el necesario realismo de una unión tan asimétrica como la
actual y su moneda de cambio.
Con cada día más pobres, y algunos ricos, adentro y más al norte...
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