El
Gobierno se ufana de las buenas cifras de empleo. "Aunque sean
estacionales, ellos comerán", dicen con patriótico acento. Y mienten, no
sólo por que las cifras son veraniegas en una temporada
excepcionalménte buena para el turismo, El 95% irán a la calle en
septiembre, mientras los chulos de siempre balancean las ganancias;
pocas para aquellos empresarios en perpetuo déficit, gracias al bajo consumo y los apremios de Hacienda.
De comer, los eventuales, comieron poco, y menos aún alimentando
familias donde los parados abundan. El mileurismo, hecho trizas por la
Reforma Laboral, el disparadero de las tarifas de agua y energías,
acompañadas del IVA y otras malas yerbas, es cosa del pasado. Ahora
cunden las pagas, rebanadas en los hechos hasta un 30 o 40%, seas fijo o
temporero.
Lo que no baja en términos reales, es la cifra de paro
anual, remisa a los apaños e inventos del PP y sus gallardos opresores
del débil.
Ante la imposiblidad de devaluar el euro, sostienen los
economistas neoliberales que las podas en pagas y salarios es pura
consecuencia de malos números en aquellos países fuertemente endeudados.
Y España, junto a los EEUU, encabezan esa tropa. Aparte de las enormes
diferencias que nos separan de la economía norteamericana, ellos tienen
el Dolar. Nosotros la sujeción al dogal de una moneda asimétrica y el
pronto pago de la deuda soberana.
En Alemania, modelo económico al
que, en la materia y desde claras desventajas, rinden culto personajes
tan poco independientes como Montoro y Guindos, hay siete millones de
minijobs, a 400 euros mensuales. La diferencia con España radica en el
empobrecimiento abrumador de las clases medias y la creciente miseria de
sus estratos más bajos. Luego, el santo remedio para el FMI, es bajar
más el coste de la fuerza de trabajo, arrimándola al modelo Thailandés.
El experimento, ya realizado dramáticamente en Grecia y Portugal, no
brindó los resultados previstos. Tampoco importa, pues en realidad, lo
que pretenden quienes hoy cortan el bacalao en Europa, es tan sólo ganar
más dinero a costa del trabajo a destajo de la jaqueada mano de obra,
carente de sindicatos y partidos que representen sus aspiraciones a una
vida mejor. La ruta hacia la que marcha España la lleva al espejo
thailandés, al filipino o indonesio. Son los tigres desdentados del
sureste asiático, hermanos nuestros en la desgracia del Tercer Mundo, al
que vamos de cabeza si antes no cortamos unas cuantas...
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