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lunes, 19 de octubre de 2009

EL CONFLICTO DE KRAFT Y LA NUEVA EMERGENCIA GREMIAL Y POLÍTICA EN ARGENTINA.

La combatividad demostrada por los trabajadores de Kraft Foods y las adhesiones de otras grandes fábricas proyectan un nuevo escenario gremial y político en la Argentina.

El país de hoy poco tiene que ver con el del pasado en materia de sindicalización. Según las cifras que en la fecha publica el diario "La Nación" sólo un 12,4% de los trabajadores están agremiados. En guarismos que pertenecen al 2005, el 92,5% de las empresas con menos de 50 trabajadores carecen de delegados gremiales. En las de 200 para abajo el porcentual sube hasta el 72,3%, trepando hasta el 47,5 % en las que rondan los 500.

En la antigua fábrica de galletitas "Terrabusi", la mano de obra alcanzaba 8.000 puestos de trabajo. Al adquirirla la multinacional Kraft Foods, de la que Warren Buffett(amigo del alma de Barack Obama) es socio mayoritario, la plantilla se redujo a la mitad.
La multinacional se caracteriza además, por rebajar sueldos y aumentar las horas de trabajo (así lo hizo en Ecuador), importando el cacao que utiliza en sus productos de enclaves africanos, donde bajo virtual sujeción esclavista encarga la tarea de recogida arbórea, a niños.

El presente conflicto explotó al desoír la empresa ( y la cartera de Sanidad) el reclamo obrero de mayor higiene industrial ante la epidemia de Gripe A. Frente a la sordera empresarial, acentuada por el despido de más de 150 operarios, incluidos los ocho miembros de la Comisión Interna de Reclamos, el personal ocupó la planta y tomó rehenes en prevención de una carga policial. Recién fueron desalojados tras 36 días de agitación mediante orden judicial y el laissez faire del Gobierno, ante la inopia del Ministro de Trabajo, señor Tomada y el encono de la CGT oficialista de Hugo Moyano, hacia un movimiento huelguístico que declaró "politizado por la izquierda" (refiriéndose a la influencia diabólica de algunas organizaciones del sector, entre ellas el Partido Comunista Revolucionario y el Partido de los Trabajadores al Socialismo, presentes en la dirección de la huelga).

El desarrollo posterior de los hechos está en los periódicos, siendo ya comentado en este blog. Los cortes de avenidas y el bloqueo de otras vías por los despedidos y muchos operarios de planta recibieron el anatema de la Presidenta ("nacional y popular", según algunos), señora Fernández, mientras Tomada (falso como tantos billetes de 50€) señalaba que la empresa incumplía las resoluciones ministeriales de no admitir el despido del cuerpo de delegados, protegido en su función de representación por Ley.

No obstante, los hechos volvieron a demostrar que entre Tomada, Moyano, Rodolfo Daer (jefe del gremio alimentario) y los directivos de Kraft (vapuleados verbalmente por los primeros, haciendo uso de un moderado antiimperialismo) el criterio de convalidar el despido de los dirigentes y activistas más combativos era único e indivisible, pese a los piadosos desmentidos de la patulea aludida.

En principio, la empresa se avino a reincorporar a poco más de 70 operarios, y ante la división de la Comisión Interna entre 6 pactistas y 2 rebeldes (Hermosilla y Bogado, cabezas del movimiento y militantes respectivos de las dos organizaciones citadas) propuso estudiar cada caso de los despedidos, o suspendidos que resta contar.

Pese a que las perspectivas obreras no son de triunfo en lo referente a los líderes del movimiento, la fuerza social y la capacidad de decisión asamblearia que han revelado los obreros y empleados de Kraft, proyecta una nueva y joven vanguardia fabril y asalariada en el horizonte.

La solidaridad de otros grandes centros fabriles durante el conflicto, se une al panorama de varias comisiones internas que responden a esta tendencia, en Pepsico, Stani, Molinos Río de la Plata, Subterráneos de Buenos Aires, y el SMATA de Córdoba y Rosario.

A ellos hay que sumar un importante sector de los bancarios y de autopartistas metalúrgicos. Salvando el gremio de camioneros, controlado por el acaudalado Moyano y su hijo, el fermento radical ( y no me refiero al Radicalismo de Cleto y cía.) brota en todos los gremios, contagiando a muchos estudiantes y sectores medios, hartos del clientelismo político y las secuelas de corrupción que agusanan esta joven democracia de una nación con muchos excluídos que no termina de levantar cabeza.

A diferencia de los años posteriores al Cordobazo, cuando la emergencia de sindicatos combativos fue enfrentada por los Perón, sus Tres A, y la burocracia sindical de los Rucci, Lorenzo Miguel y Casildo Herrera, ahora, tanto Moyano y Daer como Barrionuevo y otros escualos alimentados por el peronismo de turno, carecen de fuerza organizada y base de masas para aguantar la nueva embestida.

"La Nación" analiza el peligroso síntoma tomando como ejemplo la reunión que en el "Hotel Bauen" celebraron sobre el fin de semana 100 delegados fabriles de todo el país, estimulados por el movimiento de Kraft y la ejemplar "Cerámica Neuquina Zanón", "recuperada " por sus trabajadores en el 2000, y en óptimo funcionamiento.

Uno de sus dirigentes, Alejandro López, sostuvo.

"Frente a la crisis, estamos ante una oportunidad enorme para luchar y defendernos". Según el ceramista "El kirchnerismo logró abrazar, para luego inmovilizar y quebrar a los gremios", vinculando la burocracia sindical al poder actual.

Ahora, los asistentes al Bauen planifican una coordinadora de lucha con sus bases; además de próximos cónclaves, a realizarse en Neuquén, Rosario, Mendoza, Jujuy y Córdoba. De ellos aspiran que surja una refrescante corriente política y sindical que oxigene el país.

Es lo que hace falta, y no sólo allí. Un paseo por la España actual reitera el estado de necesidad...





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