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martes, 20 de octubre de 2009

CASO MILLET: SIN PERDÓN...NI PRISIÓN.

Algunos incautos pensaron que tras tomarle declaración el Juez Juli Solaz mandaría al trullo a Millet (sin corbata) y su mano derecha, el canoso Jordi Montull (detrás). Pero su abogado (encorbatado y a su derecha) sabía que no. Por algo será...

El magistrado (a quién sus colegas motejan "El caracol") dejó en libertad provisoria y sin fianza, hasta tanto se celebre el juicio, a los responsables de saquear 20 millones de euros al Palau y el Orfeó de Catalunya. Eso sí, como medida cautelar les retiene el pasaporte.

El fiscal, y las autoridades que ahora gestionan el Orfeó y el Palau recurrirán la medida, exigiendo que ambos chorizos guarden prisión preventiva.

Independientemente de lo que vaya a suceder, la actitud de Su Señoría( "El caracol") demuestra hasta qué punto detrás de Félix Millet (nacido en 1935) y su larga gestión funcionarial se oculta una espesa trama de cómplices vinculados a estamentos políticos y económicos.

Llama la atención que Solaz haya desestimado inquirir al principal acusado sobre la donació global de 630.000 euros a la Fundación Trías Fargas, dependiente de Convergéncia Democrática de Catalunya, la formación de Jordi Pujol que hoy comanda el circunspecto Artur Mas, o que tampoco le haya interesado hurgar en los 150.000 que cedió a Ángel Colom ( dirigente de segunda fila en Convergéncia). La judicatura local ha criticado este trato de favor, ante el que arguye Solaz, lo que más o menos declara el abogado de Millet y Montull.

"Ellos se han inculpado y devolvieron 3 millones que cautelarmente retiene el juzgado. De manera que no hay riesgo de fuga".

Independientemente de que lo haya o no, el prestigio de la justicia local se ha resentido de cara a los ciudadanos. El motivo es claro.

Si un carterista va a la cárcel por sustraer 10 euros, nadie entiende cómo estos pájaros de cuenta, autores de una defraudación que a ojo de buen cubero se estima ya en la enorme cifra consignada renglones más arriba, duerman esta noche en casa sin poner un puto duro de fianza.

Saliendo al cruce de lo que amenaza caer sobre su formación, el señor Artur Mas acepta -en representación de la misma- "devolver el dinero malhabido que Millet entregó a la Fundación, sin conocer los directivos su real procedencia"; mientras el elusivo Colom -a punto de prescribir legalmente su implicación en asuntos poco claros- guarda espeso silencio.

De este penoso vodevil de "honorables" ladrones (Millet recibió de Pujol "La Creu de Sant Jordi", una importante condecoración de la Generalitat por su "noble mecenazgo de la cultura catalana") y políticos que financian ilegalmente sus actividades proselitistas, saldrá más ropa sucia.
Por de pronto el caso Millet y su inmediata deriva afectan profundamente la moral ciudadana, lesionando la democracia y el Estado de Derecho. Si a los delincuentes confesos se les exime de purgar cárcel, tal cómo cabe proceder en resguardo de los ciudadanos honestos, cundirá la alarma social con el consiguiente desprestigio de las instituciones (para el caso, la judicatura).

La tan temeraria resolución del "caracol"señala presiones ambientales que emergen penumbrosamente del orgullo nacional en una pequeña "Patria", refractaria a ser despojada de la "Senyera" y los símbolos que brotan de su raíz. Defenderlos del absorbente nacionalismo español esgrimido por la caverna derechista es legítimo. No en caso de que lo último sea el pretexto que exima a delincuentes como Millet (quien ya tenía antecedentes penales, pese a su levedad y olvido posterior) y Montull de un justo castigo.

Tras algunos de los que entonan con una lágrima en el ojo derecho el "Cant dels Segadors" (virtual Himno Nacional catalán), se ocultan ambiciones de clase e intentos de dominación, salarial o clientelar, de aquellos otros -la inmensa mayoría- que registran auténticas emociones y aman su tierra fundiéndola al Universo.

Millet era un farsante con rango de honorabilidad. El típico vampiro patriótico que sangra el erario público. Otro Madoff menor en versión local, al que se le veía el plumero desde tiempo atrás.
No parece creible que sus turbios manejos pudieran ser tan ignorados durante los 19 años que ocupó su gestión del Palau de la Música y el Orfeó (fundados por un lejano encestro hace más de un siglo).
Sin embargo en el 2003, el Gobierno del crédulo José María Aznar entregó al Palau una subvención de 3.000.000 de euros, mientras su titular repartía el afán delictivo entre su feudo , la "Agrupación Mútua", una consejería en "Bankinter" y otra en la FAES (Fundación de la que se desligó rápido).

De forma tal que las muestras gratis de sus habilidades se esparcen en más de un nido. Y ahora deberán escarbarse a fondo. O al menos deberían, cuando aún colea el "Caso Gürtel" y su densa trama de corrupción partidaria en el Partido Popular, nacida (¡casualmente!) durante los mandatos del señor Aznar.

Los candidatos a capitanear una investigación seria y a fondo en Catalunya no comportan legión. El 80% del voto útil (incluyo los socialistas del PSC) es nacionalista, aunque los independentistas teóricos ronden el 20%. Por ende, la trama corrupta pertenece a las entrañas de un estamento en el que confluyen varios intereses (locales y del extrarradio) que, en una forma u otra tratarán de impedirlo.

El trato gentil a Millet y Montull en la vista de hoy así lo refleja.

No es lo que se dice un inicio prometedor del caso que nos ocupa.

Ante esta trama cabe pensar que Nápoles está lejos de poseer el copyright mafioso. Quizá su partida criminal sea la más primitiva y violenta de Europa Occidental. Así lo documenta el valiente Roberto Saviano.

Las más civilizadas ens pertocan (nos pertenecen) se encorbaten o no- según la ocasión- desde este flanco pirenaico. Sin un Saviano local que nos lo explique al detalle, pese a la falta que nos hace...



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