Al espléndido Western Art del olvidado Fred Meagher se unía su dinámica pericia contando historias.
Desde sus primeros números, la revista argentina "Puño Fuerte" nos entregó las aventuras de este personaje. Lo recuerdo especialmente por varias razones. Una de ellas era que mi padre, al volver de su trabajo me traía el ejemplar semanal.
Ni bien llegaba a mis manos su reducido formato de varias páginas, ingresaba de lleno al universo de papel de sus personajes. Recuerdo entre otros a "Dick Tracy", "Rubio Kayoe" (o Curly Kayoe), "Poncho Libertas", "Tao el hombre fiera" (Käanga), "Laredo Ranger de Texas" (Laredo), y por supuesto "Flecha de Oro".
A primera vista me impresionaban las historias completas del último. En esa época se estrenaba en los cines "La flecha rota" (Broken Arrow), un alegato pro indigena y pacificador de Delmer Daves, basado en un libro de Elliot Arnold, que adaptó el gran Albert Maltz.
Si en el filme James Stewart y Jeff Chandler escenificaban al pacificador blanco y el apache permeable a la amistad sin distinción de etnias, en "Flecha de Oro" ambos caracteres se resumían en uno, convenientemente desdoblado en Steve Adams, comanche criado por blancos, y su alter ego, el justiciero héroe indio.
Nadie supo explicar cómo pudo el comanche pasar por blanco. Pero si el mandatario criollo de entonces Juan Perón (hijo de blanco y tehuelche) lo consiguió, no veo la diferencia.
La popularidad del personaje partía de las ondas herzianas en los EEUU, hacia 1948, en emisiones sindicadas que se prolongaron hasta 1951.
Lo patrocinaba entonces una fábrica de galletas de maíz. En sus envases, se adosaban periódicos cartones de costumbres indias, que Meagher ilustraba con su clásico buen hacer.
La versión comiquera (a cuatro colores, que nosotros por desgracia no disfrutábamos pero sabíamos recrear) correspondió a la "Magazine Enterprises", editora de "El Durango Kid" (célebre en el cine de los años ´40 gracias al galán Charles Starrett), y otros westerns.
La elección del excelente pintor Fred Meagher como dibujante del personaje, arrancaba de su comprobada pasión por el Oeste y las previas labores encargándose de "Tom Mix", por cuenta de otra fábrica de cereales.
Todo eso lo supe mucho después. Enfrascadas en "Puño Fuerte", mis emociones infantiles de los iniciales años ´50 sacaban lustre a las pulidas viñetas de Meagher. En especial admiraba sus caballos en acción. El del héroe era un palomino semejante al "Trigger", que montaba el célebre Roy Rogers en las cintas de la "Republic". El homónimo de "Flecha de Oro" se llamaba "Furia".
Creo que buena parte de la épica del wild west y su trascendecia popular radicaba en el vaquero y su caballo; suerte de Quijote de las praderas. Lo demás, eran la chica, algún característico bromista y buen amigo, el malvado de turno, y la velocidad con el Colt o el Winchester, junto a puños bien dispuestos desfaciendo entuertos.
Las cintas B sofisticaron el género hasta extremos fantaseosos, al perfilar con gran coquetería la elegancia de sus protagonistas y la belleza de sus equinos, dotados de identidad propia e inteligencia superior al común de la especie.
Pronto la TV heredaría la tradición en un primer tramo. Pero hasta la siguiente década, los niños debimos conformarnos con las historietas y el cine de variedades, el pase de filmes importantes del género en algunas salas o el disfrazarnos con sombreros y pañuelos viejos, pistolas de juguete, botas de cartón adosadas a los zapatos, y una digna imaginación en alto.
En el concierto, el "Flecha de Oro" que nos procuraban Meagher y la Editorial Manuel Láinez por unos centavos, era un estímulo más...
No hay comentarios:
Publicar un comentario