Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

sábado, 4 de abril de 2009

LA FERIA DE VANIDADES CRIOLLA: MARÍA SEOANE

La ambiciosa señora Seoane y sus rasgos de ave de presa en pleno desgarro intelectual.

Hace algunos años, en mi tercera o cuarta visita a Buenos Aires un conocido miembro histórico de la izquierda nacional me ofreció girar el primer tomo de Perón, Luz y Sombras a esta dama.

Supongo que cumplió. A continuación le envié un par de amables post que no obtuvieron respuesta. Tiempo después leo que publica un texto sobre el romance entre Perón y Evita.

Me había leído, sin duda alguna. En cambio, yo no preciso leer lo que pergeñó.

Conociendo su maleabilidad ideológica, descuento el subliminal paralelismo que ensaya sobre el primer matrimonio justicialista y el matrimonio Kirchner.

Caracterizada por redactar con muy modesta prosa varios textos sobre la Argentina contemporánea, reseñó la atroz dictadura procesista y sus crueles asesinatos, abordando en otros la vida y obra de José Ber Gerbard.
Asociada al mediocre Felipe Pigna -una suerte de Feinmann pero en la ruina intelectual-, colabora en varios medios, sobre todo en "Clarín", nido laboral de ex pájaros migratorios, cómo el acomodaticio e irascible Muchnik, o Rogelio García Lupo (justamente alias "Pajarito"), ex aliancista, y estrecho colaborador de Fidel Castro en tiempos habaneros de pachanga revolucionaria.

Seoane, que pasó del exilio en Roma y el Distrito Federal Méxicano a su plena inserción periodística y/o literaria en Buenos Aires, viene a cuento de mis renglones por efecto del comentario que deslizó anteayer en el periódico al que sirve, sobre los despojos yacientes de Raúl Ricardo Alfonsín.

En primer término, su apunte retrata el cálido encuentro celebrado tras el exilio con el entonces Presidente, facilitado por un amistoso colega en los años ´80.

La regla que establece el segundo tramo de su comentario da vuelta la tortilla.

Ahora es un ex Presidente el que, entre varios amigos de "La gorda" (así la apodan) celebran su cumpleaños soplándole las velitas.

Seoane remata el recuerdo de aquel egregio instante, con el susodicho besando el dorso de su mano (supongo que era la mano izquierda)mientras le desliza una felicitación.

He leído apuntes de gentes que conocieron de cerca a Alfonsín. Ninguno le subordina anteponiendo su propia persona. En cambio ella, no trepida en acometer la desvergüenza.

La enorme vanidad de este emporio de la bulimia en varios órdenes, proyecta una vez más los delirios de grandeza de una elite resuelta a perpetuar la invariable tragedia nacional.





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