La Jueza Servini de Cubría
Una lección para la extrema derecha gobernante en España, y el mundo entero, sobre derechos humanos, democracia social y Memoria Histórica. Ante una Europa que apoya las aventuras del Pentágono y el espionaje de la CIA en varios países, la República Argentina revalida su tradición de justicia y moral.
En el viejo continente he debido soportar treinta años las leyendas urbanas sobre las miserias latinoamericanas, desde mi formación cultural argentina. La estimación folclórica de sus grandes escritores (algunos como Roa Bastos y Horacio Quiroga, Roberto Artl o Raúl González Tuñón, ignorados), no les aportó ni un gramo de sensatez. Ahora, la crisis económica brutal acompaña la vieja ignorancia, herencia parcial de la conquista, destilando millones de dramas en la zona sur. La consciencia social nace de la experiencia y sus grandes tragedias. Es ahora, tras décadas de desmemoria impuesta por el franquismo y sus descendientes, que la verdad histórica tienta el espacio que nunca debió abandonar.
Acciones como la de esta dignísima y activa jueza criolla sacuden conciencias. En Argentina, muchos refugiados del franquismo encontramos en la posguerra una tierra promisoria. También ella encontró emigrantes forzosos que no olvidan a sus héroes. Gentes que extraviaron en fosas comunes los restos de sus familias, asesinadas por el fascismo durante y después de la Guerra Civil. Ellos han participado en esta gestión modélica de lo que debe ser la justicia y su carácter universal, con independencia de lo que haga el putrefacto régimen español ante esta orden masiva de detenciones.
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