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domingo, 30 de noviembre de 2014

LA CAJA DE PANDORA, ABIERTA PARA SIEMPRE



La Historia es una Caja de Pandora que guarda sus peores secretos, en espera de poder revelarlos, hasta que en un momento salen a la luz por mérito propio de legitimidad. Ahora le toca el turno a otra urdiembre fundamental para validar una herencia maldita a nivel de Estado: la monarquía de los Borbones, volviendo a cabalgar entre la mugre de lo viejo y la impudicia de lo nuevo. Eso, y no otra cosa fue la mal llamada Transición Democrática del 78. Mientras el Partido Comunista cambiaba a Moscú por el paneuropeísmo y luego la OTAN, respaldando el apaño junto a las viejas siglas del PSOE y una nueva generación de vivillos, financiada por la socialemocracia alemana y el espaldarazo de Washington, el transformismo de los cuarenta años dictatoriales. Por entonces, aún circulaba el miedo al Ejército y la Iglesia, los fantasmas sobrevividos del régimen franquista. Ello permitió el aggiornamento de un falso héroe. Así, Juan Carlos I de Borbón y Battenberg, que por formación era un espíritu totalitario, al igual que Adolfo Suárez, y Manuel Fraga (entre otros saurios), conjuró sin mérito alguno un 23F del que era uña y carne. Integraba el timo una pura operación de transformismo, dentro de otro mucho mayor que afectaba levemente la naturaleza del previo Estado, otorgándole una patente "Democrática" tan poco genuina como el oro de los tontos. 
Mientras la charada se consumaba, el heredero de Franco premiaba con medallas y certificados meritorios a sesenta y cinco sátrapas de la dictadura argentina-una de las más feroces del nuevo mundo-, intercambiando galanteos y, una vez derrotada por el doble efecto de la llamada "Guerra de las Malvinas" y el odio del pueblo argentino, recibiendo con los brazos abiertos a represores fugados en territorio español. Antes de eso, durante la gira del monarca y su griega oficial por Buenos Aires, obvió los crímenes de Videla, Viola, Massera y sus gángsteres uniformados, había desvelado lo bien que se caían, él y ellos. A tal punto que, los servicios secretos fraternizasen sin ambages y fraga Iribarne contara con guardaespaldas como el asesino Almirón y otros matarifes. El resto de las hazañas del monarca y su corte, integrada por odiosos mercaderes, soldados de fortuna, cazadores, borrachos, estafadores de rango dentro de su familia,y putas de luxe, culminaron, ya viejo y vencido, con su abdicación en favor de su retoño varón. Lo importante era preservar la institución, columna de este sistema, podrido hasta el tuétano. La derecha española sabe lo que le debe a esta monarquía, por eso la defiende con uñas, dientes y enorme desvergüenza. 
Si el Comandante Hugo Chávez, ocupado en asuntos varios y respetuoso del rigor diplomático, hubiese conocido los requiebros del Borbón y las infames medallas que obsequió a criminales de su propio continente, no se hubiese callado en aquella reunión, donde fue conminado a respetar el protocolo de las gentilezas hipócritas Hoy, en conocimiento de lo que sucedió en realidad, ya es hora de esgrimir la denuncia masiva y de viva voz, señalando la clase de canallas que nos gobernaron a su antojo todos estos años.

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