Lo bello es noble, digno y eterno si viaja al corazón del hombre

domingo, 23 de noviembre de 2014

LOS INSTANTES DICHOSOS (1)


Los bellos factores acumulados fabrican instantes dichosos. Esa fue mi niñez en Quilmes, aquel antiguo pueblo con alma de gran ciudad, de calles empedradas y chalecitos prósperos. Ningún otro instante de mi vida pasada recuerdo con mayor emoción, que el corretear bajo el sol y los libustros, o fabricar cochecitos imaginarios sobre la arena de las casas en construcción, sin esquivar otra cosa que los carros del panadero, el lechero o el vendedor de frutas. A veces, los de pantalón corto fabricábamos chozas indígenas en las medianeras, hace tiempo abolidas por el cemento. Los pibes de entonces éramos felices hasta peleándonos. Las bolitas, figuritas, las historietas o el balero eran, con la pelota picando en busca de muchos pies, nuestros deportes favoritos. Camino al atardecer, las familias cebaban mate en las veredas. En los alrededores, ningún robo o violencia, nada. El plato fuerte eran los "continuados" del Cine Cervantes, con Carlitos, Lulú, el Gordo y el Flaco, y al final,  los dos trepidantes episodios del serial heroico, disfrutado a la par de las garrapiñadas o el sánguche fabricado en casa. Otra defunción del tiempo, sin otra tumba que su proyección abierta en nuestra vieja memoria. Todo fue, aunque no del todo, mientras mi generación atesore en su corazón lo memorable de aquellos días lejanos.

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